*La 4T no va a enmendar el rumbo, no puede. Carece de capacidad
Miguel A. Rocha Valencia
Ya da pena y hasta tristeza el nivel de crítica y ridiculización contra el presidente López, a quien no sólo medios, periodistas e intelectuales tachamos de incapaz, soberbio, ignorante, mentiroso y con claros tintes autoritarios, con lo cual no sólo divide a los mexicanos, sino que hunde al país.
Pena porque en el fondo es un ser humano y tristeza porque en vez de reconsiderar sus políticas públicas, sobre todo en seguridad y economía, lleva al país a niveles de pobreza y violencia que nos harán retroceder décadas.
Y con todo eso, a lo que se suma la pésima gestión de la pandemia de SARS-CoV- 2, también el pueblo bueno lo persigue por todos los rincones del país mostrándole rechazo y exigiéndole resultados.
Es decir, ya no son sólo los fifís y neoliberales, son las masas sociales quienes incluso le piden que renuncie, que se vaya porque dada su incapacidad para conducir el país, dicen, está causando un mal irreparable a sus estructuras.
A ello el jefe del Ejecutivo responde con sorna y señala a enemigos de crearle un mal ambiente, cuando es él quien desde Palacio Nacional acusa, difama, amenaza, chantajea y miente, según dice, para defenderse de ataques, que no son sino las críticas normales a un gobernante que está fallando.
El mismo López encabezó las críticas con Fox, Calderón y Peña acusándolos de ser la misma mafia en el poder que le impedía llegar legítimamente a la Presidencia de la República.
Minimizó los aciertos de los que ya se fueron y los acusó públicamente de corruptos e ineptos, de rateros coludidos con el crimen. A uno le dijo burro, a otro borracho y a uno más, tonto y frívolo. Les puso apodos, desde ‘chachalaca’ hasta comandante ‘Borolas’.
Y hoy a cualquier comentario en su contra, lo califica de ataque personal; al que lo profiere le dice enemigo no sólo de él, sino del “cambio”, de la Cuarta, de un régimen que va para atrás en el tiempo, economía, seguridad, salud y estructuras sociales.
Lo que ha logrado López, ciertamente no tiene paralelo en la historia reciente, meter al país, antes de que llegara la pandemia, en un retroceso, en una contracción económico-financiera que ya generó 12 millones de personas sin empleo, 20 millones más de pobres. Propició la salida de capitales, cancelación de inversiones y riesgo de perder calificación crediticia.
Para colmo se rodeó de una “caja de aplausos” denominada gabinete, una serie de aduladores que no son capaces de asumir responsabilidad ante el país; que en su insana “lealtad” al tlatoani o conveniencia, caen en la abyección de “lo que usted diga señor presidente”.
Por eso la pandemia nos golpea tanto. Puso al frente a un científico que se metamorfoseó en político y fue incapaz de orientar las acciones de salud pública a grado de copiar el discurso de su jefe y acusar a los “de antes” y a la sociedad, de ser culpables de una tragedia nacional que pudo evitarse, pero perdió casi tres meses respaldando la versión de que era un “catarrito”.
Se equivoca presidente López. NO es un grupo de intelectuales, sino una sociedad desengañada, traicionada la que le reclama. Bien haría en reconocer errores y enmendar el rumbo, pero eso es de sabios y desgraciadamente para el país, el de Macuspana, no lo es.