Sin brújula, recursos ni capacidad del gobierno, México se hunde
Miguel A. Rocha Valencia
Cuando observamos el panorama nacional, vemos una realidad que asusta por todas sus consecuencias, pero cuando escuchamos a los voceros de la 4T, sus incapacidades, resistencias, improvisaciones, fijaciones o soberbia, de plano dan miedo porque simplemente no plantean alternativas positivas.
Peor cuando escuchamos el reporte de la pandemia o la economía por parte de la Secretaría de Salud, el Banco de México o el INEGI. La primera insiste, ahora sí, en que la enfermedad COVID-19 nos diezmará durante meses y años, mientras los segundos, nos “hablan” de un panorama catastrófico en la caída financiera de dos dígitos, con al menos 12 millones sin empleo y 20 millones más en la pobreza.
Frente a ello, un discurso en Palacio Nacional que no responde a la realidad que palpamos los mexicanos y que cada vez más acentúa su ataque virulento contra medios y personalizando enemigos en la prensa nacional.
Eso nos indica varias cosas: la primera, que el gobierno ya se convenció de que la pandemia del SARS-CoV-2, no resultó un catarro domable, sino una bestia hambrienta que todos los días suma millares de contagios y cientos de fallecimientos, que seguramente superarán los 40 mil a finales de mes.
La segunda es que inicia el oráculo del Zócalo a golpear a medios y periodistas, abonando el terreno para dar resonancia a escándalos mediáticos que oculten o distraigan la atención de los problemas reales.
Recurre la 4T a historias de corrupción recientes y que se repiten en su gobierno, en vez de asumir medidas actuales para contrarrestar los graves efectos en la economía.
Y no puede ser de otra forma; el escándalo mediático no cuesta y si polariza, en cambio medidas certeras para enfrentar una recuperación económica-financiera, requiere recursos para apoyar sectores productivos, posponer lo que no es necesario y los pocos recursos que hay o se obtienen de ingresos corrientes, aplicarlos a actividades primarias, no regalarlos a fondo perdido en programas y proyectos que no solucionan el problema inmediato y de fondo.
En salud, a pesar de la rectoría del gobierno, cuya cabeza no pone el ejemplo y desdeña los daños, ahora nos dicen que todos somos responsables, como si la sociedad dispusiera del gasto, recortes y ahorros para redirigirlos a lo que no produce, pero sí genera mayor dependencia.
Lo cierto es que la voracidad de la 4T se acabó el dinero y por ello recorta recursos de gasto corriente, lo del día a día incluso para sus proyectos emblemáticos como Santa Lucía, Dos Bocas y Tren Maya. Ya no están pagando nóminas. Por eso tampoco hay para gastar en salud y se recurre al recurso de otros sectores, descuentos al personal o donaciones.
De tal forma que de los 400 mil millones de que hablaba López de “guardadito” ya no hay nada, se los llevaron sus programas asistencialistas, donde confunde empleo con acciones temporales que no son medibles en términos económicos, sino políticos.
Los ingresos ya cayeron especialmente los derivados del consumo como el IVA, ISR y los IEPS. Lo peor fue la expectativa en ingresos petroleros que cayeron 65 por viento.
Del Fondo de Contingencias que sumaba 300 mil millones sólo quedan remanentes; se tomaron 21 mil millones del TUA del AICM, cuatro mil 800 millones de pesos del Fideicomiso de Estabilización de Entidades Paraestatales y de las participaciones a los estados, ya nadie habla.
Ante este desastre el recurso será el escándalo que no nos van a sacar de los problemas y que serán una mordida de lengua frente a la corrupción que ya fue evidenciada en la 4T y mientras, el país a la deriva.