*No están dispuestos a rendir cuentas del dinero presupuestal
Miguel A. Rocha Valencia
La soberbia de la Cuatro T, no tiene límites, llega al extremo de considerar un poder omnímodo, imperial, desde el cual, no tiene ninguna obligación rendir cuentas al pueblo del dinero público y lo ejerce como se le da la gana, pero no para mejorar la vida de los mexicanos, sino para cooptar adeptos y llegado el caso, comprar votos.
Para ello cuenta con lacayos que fueron elegidos por una mayoría esperanzada en un cambio, legisladores que en vez de rendir cuenta a sus votantes, se someten a la orden del tlatoani tabasqueño y a través de chicanadas quieren legalizar el uso discrecional del presupuesto público.
A tanto llegan que pusieron en riesgo la aprobación de las leyes reglamentarias del T-MEC con tal de quedar bien con su mesías.
Los dizque diputados liderados por Mario Delgado quieren legalizar la disponibilidad del presupuesto que hace contra la ley el señor López Obrador, quien tendría que responder de entrada a la Auditoría Superior de la Federación (ASF) por subejercicios y desvíos en el gasto público.
Una ASF que presentará su informe sobre la vigilancia presupuestal y veremos si cumple con su responsabilidad legal o si también ya fue doblegada por el presidente de la República, como lo ha hecho con el Congreso federal, varios estatales y parte de la Judicatura.
Quiere Delgado, hacer lo mismo que sus cuates del Congreso de la CDMX, quienes doblados por la instrucción de Claudia Sheinbaum, no sólo no le pidieron cuentas, sino que le otorgaron mayor discrecionalidad en el gasto para ampliar la cobertura de los programas clientelares que se administran desde Palacio Nacional.
Con el pretexto de la lucha contra la pandemia de SARS-CoV-2, Sheinbaum, al igual que su patrón, ha torcido la Ley del Presupuesto de Egresos ordenando recortes, “ahorros” y gastos no etiquetados, generando subejercicios que al menos administrativamente deberían ser sancionados.
Se ha gastado en cuestiones diferentes a las autorizadas, pero quieren más, no para atacar los efectos de la pandemia sino para ampliar su base de simpatizantes con dádivas que no resuelven nada, sólo compran votos.
Hablamos a nivel federal de casi un billón de pesos, incluyendo la creación de instrumentos para la dispersión de las dádivas y a nivel local, de miles de millones de pesos. Incluyendo un préstamo por cuatro mil millones.
Es tal la opacidad que se habla de entrega discrecional de apoyos y ayudas, pero sin orden, con la única estrategia del clientelismo.
Ni siquiera se plantea el cómo, ni se revelan nombres y apellidos de los “ayudados”, y, por el contrario, se cancela ayuda a quienes ya eran beneficiarios como en el caso de adultos mayores, madres solteras y discapacitados que ya no reciben mesada.
Se tiene una gran opacidad en cuanto a las “ayudas” de instituciones, empresas y personas privadas.
Se oculta el monto de lo donativos de empleados, de equipos y materiales regalados para el sistema de salud; se confunden los recursos federales con los locales, pero no se reclaman las participaciones a las que tiene derecho la CDMX por parte del gobierno de López Obrador.
No se sacian; a nivel federal se regatea el dinero a salud, se escamotean participaciones a los estados de la República y se niegan apoyos a las empresas.
Pero, además, no están dispuestos a rendir cuentas y a la propuesta de la oposición de crear comisiones “aunque sea” de seguimiento para saber dónde se gastará el dinero de los capitalinos, la respuesta de los lacayos de Sheinbaum en el Congreso CDMX, seguramente será ¡No!