Casa Nacional ¿Quién vigila al vigilante? – Opinión

¿Quién vigila al vigilante? – Opinión

por Redacción
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Por Óscar Sánchez Márquez

Ser el poseedor de la verdad absoluta, además de imposible, ha resultado muy caro para quien lo ha intentado. Por ejemplo, desde que asumió el poder máximo en Cuba, Fidel Castro se dedicó a perseguir a quienes pensaban distinto que él y de su  Revolución. Quiso ser la voz de la verdad absoluta pero  tuvo que pagar un costo político que lo marcó de por vida: violador de derechos humanos.

En México el presidente Andrés Manuel López Obrador ha erigido una especie de tribunal de la Verdad,  la verdad de la 4T y la verdad de su administración gubernamental. Está en todo su derecho de  desarrollar la narrativa que mejor convenga a sus intereses y que le resulte útil a su administración, pero  una cosa muy distinta es querer imponer  qué decir, cómo decirlo y cuándo decirlo.

La relación prensa-poder en México ha sido una historia de altibajos, donde ha habido de todo, desde complicidades obscenas, hasta traiciones y ajuste de cuentas, pero siempre desdeñando el papel crucial de la sociedad como ente determinante de la construcción de la democracia en el país.

En la época dorada del PRI-gobierno se tenía un férreo control de los medios de comunicación, a través de la publicidad oficial y también por medio del acceso, a  precios y condiciones preferenciales, del papel periódico. Lo que publicaban  era la “línea” del presidente en turno. Muchos contenidos de páginas editoriales y de opinión se redactaban en oficinas de gobierno y se adjudicaba a personajes reconocidos.

Productora e Importadora de Papel S.A. de C.V., PIPSA, era el instrumento de castigo o de  privilegio para editores. Según como se portarán eran tratados. Si seguían la línea política del gobierno o gobernadores, tenían acceso a papel periódico, en caso contrario, PIPSA les cerraba la llave de acceso al principal insumo de los periódicos.

Todavía resuena en los pasillos de la histórica la frenética frase de José López Portillo, que en uno de su informe de gobierno reveló “No pago para que me peguen”, lo cual puso al desnudo la perversa relación entre la prensa y el poder público. Él pagaba a los medios de comunicación, pero no recibía el trato que quería.

Tras décadas de esa relación oscura, pero también de notables avances en independencia  y transparencia de los medios de comunicación  frente al poder, el que el gobierno federal pretenda fortalecer la idea de la verdad única por medio de su recién sección creado en sus mañaneras “¿Quién es quién en los medios de comunicación?”, resulta no solo una estrategia fallida, sino una falta de entendimiento  de la evolución de la sociedad y, con ello, de los medios.

“¿Quién es quién en los medios?”  Es una decisión presidencial que, en el fondo, pretende contrarrestar todas aquellas versiones periodísticas, opiniones y narrativas que no estén alineadas a los objetivos, acciones y decisiones de él y de la 4T. Se pretende construir una versión oficial única, irrefutable e indiscutible de lo que es y hace el morenismo.

Decimos que, sin duda, estamos frente a una estrategia fallida porque los medios de comunicación, en su mayoría, han roto esa codependencia enfermiza y ahora, como una exigencia de los tiempos actuales y por demanda directa de la sociedad, tratan de encontrar nuevos derroteros en su papel de contrapesos reales al poder y como entidades sociales coadyuvantes del proceso de desarrollo democrático del país, lo que los hace cada vez menos pusilánimes.

Y la falta de entendimiento del jefe máximo del morenismo radica precisamente en que pretende imponer una estrategia que fue válida, por decirlo de alguna manera, para un tiempo y para ciertas circunstancias; un partido único en el espectro nacional, un presidente omnipotente y omnipresente y una sociedad acrítica, sin acceso a instituciones ciudadanas que ejercieran contrapoder y, lo más importante, sin acceso a medios de comunicación.

AMLO y  su esquema de denunciar, exhibir, cuestionar, ridiculizar y hasta  amedrentar a medios y a periodistas que tienen una visión distinta a la de él y la 4T,  quedará solo en la quema de incienso, en llamarada de petate, por una sola razón.

Hoy la sociedad no es la misma que en los 50´s,60´s o 70´s, hoy está despierta, empoderada y activa, cualidades que en los últimos años ha transmitido a los propios medios para su fortalecimiento. Unos van de la mano de otros.

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