Por Erika Solorio
La violencia de género está enraizada en patrones de desigualdad y discriminación que se fomentan a través de normas culturales, sociales y estructurales; las repercusiones son profundas y extensas, no solo afectando a las víctimas, sino también a sus familias y a la sociedad en general.
En las sociedades tenemos normas sociales: expectativas y roles de género tradicionalmente establecidos que subyugan a mujeres y personas vulnerables. La desigualdad económica, la falta de acceso a oportunidades para mujeres y minorías de género puede perpetuar la dependencia y el control.
Además, las personas pueden replicar comportamientos violentos observados en sus familias o comunidades, y sumémosle, que la falta de un sistema judicial efectivo que castigue los actos de violencia de género puede contribuir a su persistencia.
Son insuficientes las estrategias de prevención y respuesta, los especialistas de diversas disciplinas tienen que trabajar en la prevención de la violencia de género, no podemos permitirnos más actos que violen los derechos humanos de las personas, así como más decesos, más suicidios a causa de un mal que afecta a las sociedades a nivel global.
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Patrones de desigualdad y discriminación – Por el Bien Común – Opinión
“La violencia de género puede ser de tipo sexual, físico, psicológico y económico, y puede darse tanto en el espacio público como en la esfera privada. Las amenazas, la coerción y la manipulación son también formas de violencia de género. La violencia de género puede tomar muchas formas: violencia de pareja, violencia sexual, matrimonio infantil, mutilación genital femenina y los supuestos «crímenes de honor»”.
“Las consecuencias de la violencia de género son devastadoras y las repercusiones para quienes logran sobrevivir pueden ser permanentes. De hecho, la violencia de género puede provocar la muerte de una persona”, (ONU, 2023).
Algunas de las consecuencias incluyen: lesiones, problemas de salud física resultantes de agresiones, depresión, ansiedad, trastornos de estrés postraumático y otros problemas de salud mental. Económicas: pérdida de empleo, incapacidad para trabajar debido a lesiones, y costos asociados a atención médica y legales.
La estigmatización por falta de conocimiento no nos exime. El problema social que se genera a causa de la violencia de género es inaceptable: aislamiento y deterioro de relaciones interpersonales, por mencionar algunos.
Combatir la violencia de género requiere un esfuerzo conjunto de la sociedad en su totalidad. La educación y el cambio cultural son importantes para abordar las raíces del problema y crear un entorno en el que todas las personas, independientemente de su género, puedan vivir libres de miedo y violencia.
A pesar de los esfuerzos de las autoridades para erradicar este problema tan lamentable que se suscita a nivel mundial no es suficiente, porque la violencia de género persiste, el número de víctimas se incrementa.
Mientras no haya un trabajo de prevención transversal elaborado por especialistas en la materia, todo quedará en buenas intenciones. El 2030 se avecina; muchos de los acuerdos y tratados internacionales sólo son en el papel.
Tomar acción nos compete a todas y todos, solo ser observadores de la violación a los derechos humanos de las personas es inconcebible, y sí, la declaración universal de los derechos humanos data de 1948, no es un documento defensor del año pasado o del 2025. ¡Vamos por el bien común!