• Banxico destaca que innovación tecnológica y competencia son elementos para alcanzar un sistema financiero sano
Ernesto Madrid
Por años, las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) han sido el comodín discursivo de cada gobierno: todos las defienden, todos prometen apoyarlas, pero en la realidad siguen relegadas a la periferia del sistema financiero. Esta semana, en la 88 Convención Bancaria, el Secretario de Hacienda, Édgar Amador Zamora, volvió a recordarnos que este es “uno de los grandes pendientes del país”.
Pendiente… después de décadas. Pendiente… pese a que representan el 99.8% de los establecimientos, el 70.6% del empleo y casi 20 millones de personas dependen de ellas. Y, sin embargo, solo el 4.4% de las Mipymes accede al crédito bancario. El resto sigue sobreviviendo en la informalidad, con tandas, prestamistas, o recursos propios. ¿Dónde quedó ese apoyo prometido una y otra vez?
“Es muy importante que las autoridades financieras y la banca reconozcamos esta realidad y trabajemos para cerrar las brechas de acceso al crédito”, dijo Amador Zamora. El reconocimiento está hecho. ¿El trabajo? Aún invisible. Porque mientras las cifras sigan igual, lo demás es retórica.
Victoria Rodríguez Ceja, gobernadora del Banco de México, también aprovechó el foro para apuntar que la entrada de nuevos participantes al sector financiero y el uso de canales digitales tienen el potencial de crear un entorno “más competitivo, con más oferta y menores costos”. La narrativa fintech —seis nuevas licencias bancarias, 86 instituciones financieras tecnológicas autorizadas— se presenta como la tabla de salvación.

Hacienda reconoce pendientes con la Mipymes; las olvidadas de siempre
Pero no basta con sumar jugadores si las reglas del juego siguen siendo las mismas. ¿A quién están beneficiando estos nuevos bancos y fintech? ¿A las Mipymes que necesitan crédito urgente o a los segmentos ya parcialmente bancarizados, con mejor perfil crediticio y acceso digital?
La banca tradicional no presta a las Mipymes porque las considera riesgosas, informales, sin garantías. Y la banca digital, si replica el mismo modelo de evaluación, solo cambia el canal, no la exclusión. Si el crédito sigue condicionado a requisitos inalcanzables para una buena parte de las pequeñas empresas, ni seis, ni cien nuevos bancos harán la diferencia.
El “Plan México” anunciado en enero por la presidenta busca reducir desigualdades e impulsar el crecimiento económico. Pero mientras el sistema financiero mantenga la misma lógica de aversión al riesgo, las brechas no solo no se cerrarán: se profundizarán. ¿De qué sirve reconocer el problema, si las soluciones propuestas dependen de la misma banca que por años ha optado por no prestar?
Las palabras de Édgar Amador y Victoria Rodríguez son importantes, pero insuficientes. Porque no se necesita solo voluntad, sino decisiones estructurales: garantías públicas efectivas, esquemas de financiamiento adaptados a la realidad de las Mipymes, un papel más activo de la banca de desarrollo.
Mientras tanto, las Mipymes seguirán cargando el peso de ser la base económica del país, pero sin el respaldo financiero que su rol amerita. Y los funcionarios seguirán repitiendo las mismas frases en cada convención bancaria, como si no tuvieran responsabilidad directa en el inmovilismo del sistema.
Porque al final, reconocer el problema es solo el primer paso. Lo que hace falta —y sigue faltando— es la acción.
@JErnestoMadrid
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