• Evidencia el Ganso, una vez más su desprecio por la vida, incluyendo los niños
Miguel A. Rocha Valencia
En materia penal existen tres agravantes para calificar un delito y en base a ellas, dictar sentencia: premeditación, alevosía y ventaja.
Todas esas agravantes se suman cuando se ordena reiniciar clases presenciales violando lo establecido por las leyes en la materia y sin que el Consejo de Salubridad General, que es la autoridad máxima en esta emergencia por pandemia de la instrucción y la cual debía tomar las decisiones y no el profeta de la 4T desde su oráculo de cartón en el Zócalo.
Porque la orden de volver a clase sale directamente de Palacio Nacional y lo que podría tomarse como una gansada más, se puede convertir en una tragedia mayor de la que ya vive el país sumido en una creciente miseria, incremento de contagios y muertes por Covid-19 con sus variantes; de violencia e inseguridad con sus más de 93 mil asesinatos, comunidades secuestradas y su asalto a procesos electorales.
Hay premeditación porque a sabiendas de que crece le contagio en el número de niños y adolescentes y de estos a adultos incluso vacunados, se les pide que vayan a clase “porque es necesario”, sin importar “porque hay que tomar riesgos” que los hospitales ya tengan saturación del 54 por ciento, que el mismo “zar anticovid” de EU, Anthony Fauci advierte que a medida que se expande la variante Delta, “habrá más niños infectados”, por ser más contagiosa.
Por lo pronto el Hospital Infantil Federico Gómez ya se reporta saturado, sin capacidad para recibir más pacientes.
De hecho, el especialista estadounidense en enfermedades infecciosas, frente a quien el tal López, pero Gatell resulta un ignorante, es precisó “va por los niños”. Y aun así el dizque científico de cabecera del Mesías se atreve a decir que no hay prueba científica de que el mal esté atacando a la población de entre siete y 17 años, ello a pesar de los números que día con día marcan récord.
Ahora dirán que a los niños no los mata el virus sino las comorbilidades heredades del neoliberalismo como la obesidad. Porque ese es el estilo, no buscan soluciones sino justificaciones a sus idioteces que esta vez pueden ser punibles con todas las agravantes porque lo hacen a sabiendas del daño a la salud y vida de la población en general y de los menores en particular.
Lo hacen con alevosía desde el pedestal de un palacio, rodeados de una cohorte de médicos y recursos de salud a su alcance y con ventaja porque no serán ellos quienes vayan a las aulas a arriesgar el pellejo. NO será el Mesías tropical quien se meta en escuelas como tampoco lo hizo en hospitales.
Lo hacen con todas las agravantes y muestra de ello es la responsiva que quieren firmen los papás de los niños aceptando todos los riesgos y las consecuencias de esta decisión, que estaría bien si realmente existieran las condiciones en escuelas, pero existen muchas que carecen de agua, luz, drenaje, baños y espacios amplios para recibir la instrucción.
Incluso entre el magisterio hay un alto nivel de contagio; mentores que prefieren no arriesgarse ellos ni a sus familias, muchos ya sufrieron bajas en sus hogares; hay maestros que ya no van a regresar por que fallecieron.
De que servirá llevar a clase a niños y adolescentes bajo un supuesto de salud mental o desarrollo de personalidad, si al final arrostran el riesgo de contagiarse, contagiar a sus compañeros o familiares que los llevan a la escuela. El peligro amenaza no sólo en las aulas sino también en el transporte.
Lo saben y también deben saber que, con el tiempo, serán juzgados por sus acciones…