Miguel A. Rocha Valencia
Confieso que no fui amigo, ni siquiera conocido cercano de Armando Manzanero Canché, pero circunstancias afortunadas nos acercaron para la creación del Museo de Autores y Compositores que a instancias del entonces director del Metro, Jorge Gaviño Ambriz, se inauguró en los pasillos y lobby de ambos accesos de la estación División del Norte de la línea Tres del Sistema de Transporte Colectivo (STC).
Fueron los diseñadores de la gerencia de Atención al Usuario del propio STC, quienes de la mano del entusiasta organizador Sandalio Sáinz de la Maza, se encargaron de elaborar y ejecutar el proyecto que vio la luz oficialmente el día 14 de octubre de 2017.
Para el proyecto fue necesario diseñar e imprimir miles de metros cuadrados de imágenes adheridas a la pared y en bastidores los que debieron elaborarse para decorar y recordar a más de 400 compositores y autores mexicanos, la instalación de un karaoke donde el día de la inauguración, el genio yucateco interpretó “Contigo aprendí”.
Ahí, en el lobby rumbo a Indios Verdes, los usuarios entre quienes se cuentan muchos intérpretes profesionales, tuvieron a su disposición más de tres mil melodías para cantar y deleitar a propios y extraños.
Del otro lado, en el pasillo poniente, rumbo a Ciudad Universitaria, quedaron los retratos de los principales compositores mexicanos y un piano, donde los pasajeros del Metro y artistas consagrados realizaron conciertos.
Fue en ese ambiente donde, de nueva cuenta a instancias de Sáinz de la Maza y de la propia Asociación de Autores y Compositores de México nos involucramos en la transformación de ideas en imágenes y espacios, sobresaliendo mis compañeros diseñadores: Axel Razo, Isabel San Juan Carrillo, Noemí Granados y Tania Sánchez, quienes fueron comisionados para la materialización del proyecto: “Estaciones Temáticas”, de Jorge Gaviño Ambriz.
Fueron 11 proyectos entre los que destacan Ciudad Universitaria y Selva Lacandona, en la misma línea tres, la de los Caricaturistas en pasillos y lobby de la estación Zapata de la línea 12, la de Box y lucha de la línea ocho en Garibaldi-Lagunilla, así como la de Ejército y Fuerza Aérea, en la parada Colegio Militar de la línea Dos.
Pero la de Autores y Compositores fue tan especial como el personaje que la inauguró. Más parecía un homenaje al cantautor yucateco, cuyas palabras de apertura fueron: Quiero decirles que hoy los compositores estamos descubriendo que tenemos el museo más hermoso del mundo, y ese es éste de la música mexicana en esta estación.
La efigie de Armando Manzanero se plasmó en un mural al final del pasillo poniente donde el entonces líder de los autores y compositores pidió se imprimieran sus palabras a manera de invitación a disfrutar de “la música más bella del mundo: La música mexicana”.
Todo esto viene a cuento por los recuerdos de esos días en que el maestro del Mayab nos regaló un disco no comercial: “De viva Voz” donde interpreta muy a su manera trozos de cinco de sus canciones: Como yo te amé, Dormir contigo, Nada personal, No sé tú y Por debajo de la mesa, retazos de melodías acompañados de anécdotas donde el cantautor nos revela su gran romanticismo, con lírica transformada en una oda al amor, a los besos.
Ese mismo sentimiento y estilo lo reflejó en su libro “La última Canción, remembranzas” donde platica sus orígenes, su afición al circo despertada y estimulada por su “chichi” o abuela y de su primera visión de la ciudad de México el cinco de mayo de 1957.
Habla en esas páginas sin número, de sus inicios, de los viajes, de los amores y de tantas cosas que no recuerdo. Sólo viene a mi memoria su visita a las instalaciones centrales del Sistema de Transporte Colectivo y el día primero de octubre de ese 2017 cuando en un pasillo de la estación División del Norte, recorrimos solos la exposición aun sin terminar; volteó, me dio un abrazo y me dijo “a mano”.
Hubo más eventos y encuentros allá en las instalaciones de la Sociedad de Autores y Compositores de México, pero ninguno como ese, tan… personal.