• Otra vez el ganso se asume víctima de un compló. El Ejército ¿De qué sirve?
Miguel A. Rocha Valencia
Como se esperaba, sin ningún rubor y con el rostro más falso que una moneda de a dos pesos, el ganso se dijo víctima de un nuevo compló armado por las fuerzas más oscuras del país, insistió en que es diferente, con sentimientos e incapaz de burlarse de la desgracia ajena, sí así como lo hizo cuando en el periódico Reforma le publicaron las masacres que se han registrado durante su mandato, su respuesta fue una carcajada.
Dijo que no escuchó cuando le preguntaron por los jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno, Jalisco y que no pediría (ofrecería) ninguna disculpa porque todo era un ataque concertado de parte de los conservadores y “una candidata… corrupta” de la oposición.
Y sin embargo, no se refirió al baño de sangre que vive el país donde en lo que va del año se han registrado 191 masacres donde fueron asesinadas tres personas o más, 30 de esos hechos violentos se dieron en mayo pasado, ni a que la bestialidad de los criminales supera lo inimaginable, raya en la locura.
Con su política de abrazos no balazos el caudillo de Tepetitán alcanzó el gran “logro” de batir los récords en asesinatos de todos los tiempos pues al 15 de agosto sumaba más de 163 mil 300 en tanto que la suma de “atrocidades” cometidas por los criminales acumula más de 11 mil actos de “extrema violencia” que incluyen no sólo el asesinato sino también tortura, descuartizamientos, fosas clandestinas y matazones entre víctimas que matan con la esperanza de sobrevivir o para no ser objeto de mayores tormentos.
De hecho, en una investigación de la organización civil Causa en Común, la misma que puso en evidencia los 27 contratos otorgados a una petrolera que le prestó una casita a José Ramón López Beltrán en exclusivo fraccionamiento de Estados Unidos, revela una “Galería de horror: atrocidades y eventos de alto impacto registradas en medios”.
Es decir, ni siquiera se trata de algo tan profundo como los datos de investigaciones ministeriales sino sólo aquello que se hace público. Trabajo que inició en 2021 y documentó cinco mil 333 hechos de extrema violencia donde están las masacres, mutilaciones, descuartizamientos, calcinación o destrucción de cadáveres, torturas, asesinatos de niños, adolescentes y mujeres con extrema crueldad, sacrificio de defensores de derechos humanos y periodistas, de personas de grupos vulnerables con discapacidades y migrantes.
A ello deben sumarse desde luego, los asesinatos ocultos de Pozo Rica donde el número de cadáveres aumenta en tanto el gobernador Cuitláhuac García el estilo de su patrón, culpa al poder Judicial de sus incapacidades.
Lo de Lagos de Moreno, se vuelve una mayor tragedia, salen a relucir más desapariciones, más homicidios como el de los cinco jóvenes desaparecidos. Y si los restos encontrados en auto y paraje no fuera de ellos, estaríamos ante una masacre mayor.
Pero el machuchón de Palacio no dimensiona eso, para él, todo es un complot en su contra, ni siquiera se atreve a condenar a los delincuentes. Dientes para afuera “lamenta los hechos” y dice que se investiga, pero no se persigue a los criminales, de hecho, los defiende al decir que no hagamos especulaciones.
Para colmo y a pesar de que hoy hay más de 250 mil elementos de la Guardia Nacional y militares efectivos en las calles o al menos fuera de los cuarteles, la sensación de inseguridad es cada vez mayor. Todo es territorio de la delincuencia organizada, a donde vayas, desde un antro hasta una cancha de futbol, parque, escuela y hasta oficinas de gobierno.
Acudir a la policía es arriesgarse, la connivencia del crimen con la autoridad es del dominio público. Y la inseguridad aumenta. Hoy salir de antro es ir al “rife”, nadie tiene el boleto comprado de retorno a casa en buen estado.
La encuesta sobre inseguridad muestra que siete de cada 10 mexicanos cambiaron sus hábitos de diversión, que se sienten inseguros, aunque vayan a una fiesta familiar, la proporción aumenta a ocho de cada diez si se trata de antros o cantinas.
De poco o nada sirve que cerca de 150 militares sumados a la Guardia Nacional nos “cuiden” en las calles, si la orden es no intervenir, no perseguir, no molestar a los criminales a pesar de que los soldados saben quiénes son, dónde están y qué hacen. Porque los verdes saben “todo”.