• En México, el problema no es Trump, sino, las deficiencias estructurales
Ernesto Madrid
La segunda presidencia de Donald Trump tendrá más fuerza y capacidades de operación que la primera, gano las mayorías en el Senado y la Cámara de Representantes y la Corte aumentará el alineamiento de un gobierno unificado, por lo que la presidencia de Estados Unidos implica nuevamente altos niveles de incertidumbre.
En paralelo y más allá de cualquier conflicto ideológico con el vecino del norte, México necesita reconocer que su ‘talón de Aquiles’ que el gobierno de nuestro país necesita entender, es que el problema no es Trump, sino los discursos que enmascaran nuestras propias deficiencias estructurales.
La frontera compartida con EE. UU. representa una de las más dinámicas del mundo. Sin embargo, nuestro país enfrenta un debilitamiento en distintos frentes, de manera que “la defensa de la soberanía” —temática central en el discurso morenista— puede quedar vacía ante una realidad que se vuelve inmanejable.
De acuerdo con el organismo México Evalúa, “la presidencia de Donald Trump no es el único reto para el Gobierno mexicano. En realidad, nuestros propios problemas estructurales y la falta de políticas efectivas para abordarlos han impedido que el país logre una relación más productiva y soberana con su vecino del norte”.
Ante esto, la administración de la presidenta claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de redefinir su enfoque para fortalecer el desarrollo interno y no depender en exceso de EE. UU ya que, la verdadera soberanía y estabilidad dependen de la capacidad para resolver nuestros propios problemas de justicia, desarrollo económico, descentralización fiscal y sostenibilidad energética, que garantice estabilidad y certidumbre, para la inversiones en puerta, que aún no se han materializado, solo se han anunciado y que fortalecerían, el mercado interno.
Mientras tanto, del otro lado de la frontera común, en la presidencia de Trump, es importante asumir que esta vez conoce mejor los márgenes de acción que le da la Casa Blanca y estará rodeado de un equipo más alineado con su radical visión de la política; tendrá el beneficio de contar con mayorías legislativas y respaldo del aparato judicial, carecerá de incentivos para moderarse con la expectativa de poder reelegirse después de cuatro años, tendrá el apoyo de buena parte de las élites económicas del país y un bono de confianza por parte de sus electores, resume un análisis de Citibanamex.
Así es que, sin bien, la relación entre México y Estados Unidos es compleja, también es una fuente de grandes oportunidades tomando en cuenta, de acuerdo con México Evalúa, que dicha relación abarca tres dimensiones clave: la importancia económica de la frontera compartida, donde el comercio es un motor esencial para México; el ajuste interno y externo que vive EE. UU. en un contexto de polarización y cambio global; y el enfoque directo y simplista del liderazgo de Trump.
Dicho de una manera más clara, la soberanía no se logra enfrentando a EE. UU., sino fortaleciendo la economía y sociedad mexicana, no obstante, México se ha rezagado en áreas como educación, salud, infraestructura y marco legal, perpetuando mitologías que obstaculizan su desarrollo integral.
Veremos como actúa el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum para hacer de la relación, más que un obstáculo, una oportunidad.