Ernesto Madrid
El problema no es estar viendo quién tiene la culpa, si ellos o nosotros, sin olvidar por qué ahora dejo de funcionar aquella postura en dónde ellos ponen los consumidores del tráfico de drogas, en particular el fentanilo y las armas, y nosotros ponemos los muertos para combatir la producción y el trasiego.
El conflicto, no es conflicto, es el deber de una convicción política, certera y coordinada para atender el problema del crimen organizado, el tráfico de fentanilo, el traslado de drogas y los precursores químicos que se utilizan para tal fin, como ahora el fentanilo, que por igual afecta tanto a México como a los Estados Unidos.
Lo más lamentable son los muertos, de uno y otro lado de la frontera. Por parte de México si bien es cierto que ha costado la vida de mil 791 personas la lucha contra el fentanilo en los últimos años, también, en la nación vecina, se calcula que fallecen 200 ciudadanos a diario por fentanilo, una cifra terrible que el gobierno vecino calcula en más cien mil en el último año.
Lo que quiero decir es que el intercambio de acusaciones de quién tienen la culpa o no, no es lo importante, lo que en el fondo está, son esas desafortunadas muertes que sólo con cooperación se puede enfrentar, porque, además, no podemos dejar de lado, que esas armas que utiliza el crimen organizado, es por la holgura que existe en la nación vecina, para fabricarlas.
Los gobiernos de México y Estados Unidos son la solución, porque el problema no se genera solo en nuestra nación ni tampoco es la causante de esta crisis, pero la política de todos los días provoca que los responsables de los destinos tropiecen en lo más rentable para sus propósitos, sus intereses, sus orgullos y sus sentimientos envueltos en banderas anacrónicas, digamos que solo se trata de un debate sin sentido en el ánimo patriotero por ambos lados.
Porque en realidad hay un Entendimiento Bicentenario entre la administración Biden y el gobierno del presidente López Obrador que ampara esa coordinación para enfrentar el problema que solo es mitotero y la carta que envió el gobierno de México a China, no logró ninguna respuesta para enfrentar el problema.
Las palabras de este martes del canciller Marcelo Ebrard dibujan de cuerpo entero una realidad con las propias cifras del gobierno vecino: el 86.3% de las personas que están en prisión por tráfico de fentanilo son de ciudadanía norteamericana y el 70% de las armas que entran a nuestro país, son fabricadas por ellos.
Pero también hay que reconocer, que en México hay zonas controladas por los cárteles de la droga entonces para que tanto conflicto político si hay voluntad, quizás lo único que hace sombra son las elecciones en la nación vecina en la que legisladores y congresistas quieren llevar agua a su molino entre conservadores y republicanos y no se puede permitir tal descaro.
Incluso es improbable, si no es que imposible, que un gobierno demócrata considere el uso de tropas directamente y de manera unilateral en suelo mexicano y que se acceda a considerar a los cárteles como organizaciones terroristas, porque el presidente mexicano ha respondido con argumentos muy puntuales de soberanía y hay un rechazo tajante a todo tipo de intervencionismo en el entendido de que hay un sentimiento nacionalista en México en lo que respecta a Estados Unidos, producto de una historia tan desigual con el poderoso vecino.
Siendo realistas, atribuir toda la culpa al “fabricante” debe conllevar la responsabilidad por la manera en que es transformada, distribuida, financiada y consumida por su población. Es decir que sería necesario aceptar el argumento de que ellos son los responsables de los cientos de miles de muertos que ha dejado la violencia en nuestro país, porque la mayor parte han sido asesinados con armas producidas en Estados Unidos.
Dejemos de lado ese fuego cruzado de ver quien tiene la culpa y ese debate patriotero de ambos lados, y centrémonos en los más importante para ser parte del problema y no jueces, porque al final no somos vecinos distantes.