Por Ernesto Madrid.
Al filo de las 4:40 horas de la tarde de este viernes, envuelto en una sábana blanca, un cuerpo, aparentemente completo, fue extraído, de la mina 8, en Pastas de Conchos, luego de 18 años y cuatro meses de aquella tragedia en la que perecieron 63 mineros.
Frente a viudas y familiares que observaban sorprendidas el hecho, se escuchó la voz de una de las familiares que se identificó con el nombre Martha Iglesias, hija de Guillermo Iglesias, minero fallecido en Pasta de Conchos que exclamó “nosotros vimos la estructura, no vimos más allá. Nada más cuando lo bajaron, lo caminaron, se ve toda la estructura (…), pudimos ver que está todo el esqueleto completo”.
Se trata del primer minero de los 13 que fueron que fueron localizados en el fondo de las diagonales y que, con base en las bitácoras, ya estaban ubicados y de dónde se extrajo el primer minero, ante la escena de lagrimas y rabia de viudas y familiares que confirmaron, al ver el cuerpo casi entero.
“Mira mija está casi entero dijo Rosa Mejía Rivera viuda de Rolando Alcocer a su hija Ericka de acuerdo con una publicación del portal Zócalo en la que reproduce el exclamó con resentimiento “Estaban vivos, estaban esperando que los sacaran de allí, los dejaron morir, se vuelve a abrir la herida, se siente un dolor muy grande saber que siempre teníamos razón y no hicieron nada”.
Desde el jueves por la noche, los deudos se apostaron al exterior del complejo minero ubicado en San Juan de Sabinas, en la región carbonífera del estado. Estaban a la expectativa de la anhelada extracción que pensaron ocurriría durante la madrugada de este viernes, pero filtraciones de agua en la lumbrera 1, retrasaron el rescate.
“Ahorita tenemos otra expectativa que es encontrar la justicia. Ahí sí creo que es algo muy fuerte, porque no creo poder contra el poderoso señor Larrea, por el poder que tiene, y hablamos con Fiscalía General de la República y va a hacer las adecuaciones necesarias, porque tampoco me gustaría culpar a alguien que a lo mejor fue un empleado”, externó Martha Iglesias.
Hace casi dos decadas incio el pregrenidar de los familiares, precisamente la madrugas del 19 de febrero de 2006, cuando la acumulación de gas grisú ocasionó una explosión que dejó sepultados a 65 carboneros del tercer turno en la mina propiedad de Grupo México.
En aquella ocasión solo dos cuerpos fueron rescatados, pero se sembró el coraje, el resentimiento cuando las autoridades federales definieron frenar el resto de los trabajos. Desde entonces viudas y familiares se unieron en un colectivo para exigir justicia, justicia que quizás jamás llegue, pero si la esperanza de que los restos de su familiares, puedan ser rescatados.