Por Óscar Sánchez Márquez
El ruido mediático y político está centrado en la guerra de egos entre el titular del Ejecutivo y los opositores a las decisiones de la 4T, sin embargo, el tema crucial, la estructura del Presupuesto de Egresos de la Federación 2023, no ameritó una respuesta proporcional al tamaño de los efectos e implicaciones de esa aprobación legislativa.
Guardadas las proporciones, el gasto federal para el siguiente año es un verdadero Caballo de Troya, porque en las partidas presupuestales aprobadas está la verdadera arma con que se pretende aniquilar políticamente a los diversos grupos opositores.
Luego de 40 horas de discusiones en la Cámara de Diputados, donde fueron identificadas y registradas 2 mil 264 reservar al proyecto de presupuesto, finalmente fue aprobado un presupuesto con claros tintes electoreros. Si bien el proceso electoral inicia de manera formal en marzo del 2023, con el presupuesto aprobado, la 4T trabajará todo el próximo año en “aceitar” a los grupos sociales marginados para que, coaccionados, voten por el morenismo.
A partir de enero del próximo año y durante los siguientes doce meses, el Gobierno Federal dispondrá de un Presupuesto de Egresos de 8.3 billones de pesos, 11.6 por ciento más que en el 2021, es decir dispondrá de uno de los más grandes en la historia reciente.
Durante la “discusión” del presupuesto en la Cámara Baja hubo reasignaciones con las que salieron “trasquiladas” principalmente organismos autónomos, pero, caso curioso, el sector que resultó ganón, fue el de bienestar.
Con los recursos liberados a través del tijeretazo al presupuesto de varias dependencias, se le reasignó al sector identificado como “bienestar” algo así como 6 mil 342 millones de pesos, para aumentar su presupuesto a 414 mil 632 millones, una bolsa de dinero muy elevada que será destinada a financiar los diversos programas sociales.
En buen romance, como dirían los clásicos, esos 414 mil 632 millones de pesos serán destinado a cubrir los programas clientelares de pensión a adultos mayores, madres solteras, jóvenes sin empleo o estudio y grupos con capacidades diferentes, entre otros.
Llama la atención el monto y la determinación del Ejecutivo de incrementar la bolsa de dinero con fines clientelares, aunque de manera oficial se niegue.
Se tratará de vincular la dispersión de esos recursos con el perverso juego de la sucesión adelantada, a pesar de que el proceso electoral para elegir presidente de la República, 500 diputados federal y 128 Senadores comenzará hasta marzo del 2024.
La estrategia es clara. Coptar al mayor número de ciudadanos y retener a los que ya están en las bases de datos actuales a nivel nacional para construir con ellos su compromiso de voto en el 2024.
Sin miramiento alguno, incluso de cara al proceso electoral 2024 -el INE debe de preparar su estructura de elecciones desde el 2023 para tenerle listo en el 2024- los diputados de Morena, Partido del Trabajo y Partido Verde, que en conjunto sumaron 270 votos, determinaron reducir el presupuesto del Instituto Nacional Electoral (INE) en 4 mil 475 millones de pesos.
Un total de 7 mil 477 millones de pesos le fueron recortados a organismos autónomos. Al Consejo de la Judicatura le quitaron finalmente 2 mil 286 millones de pesos.
Todo lo que implica lucimiento con grupos sociales registra un incremento presupuestal importante. Dichos ajustes, hay que aclararlo, serían positivos siempre y cuando no se utilicen con fines clientelares, lo que se antoja imposible desde ahora, dada la prioridad definida desde Palacio Nacional, de fortalecer la base social que les ayude a retener la presidencia en el 2024.
La Secretaría de Salud registró un aumento de 8 por ciento; la Secretaría de Educación de 10.3 por ciento; la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes aumentará 18 por ciento y 26.4 por ciento la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
Se aplica la máxima del hijo pródigo de Santiago Tianguistenco, el profesor Carlos Hank González: Un político pobre es un pobre político.