Por Erika Solorio
El hostigamiento y acoso sexual son violaciones graves de los derechos humanos y un problema social que afecta a personas de todas las edades y géneros, se manifiesta con comentarios, insinuaciones, tocamientos no deseados, y agresiones sexuales, y ocurre en la escuela, en el trabajo, y el espacio público.
Esta problemática tan vergonzosa que generan los agresores tiene profundas implicaciones para la dignidad, la salud mental y emocional, y la seguridad de las víctimas.
En muchos países el hostigamiento y acoso sexual es un delito, está tipificado en sus legislaciones, es fundamental que los hacedores de leyes y políticas públicas lo prohíban y establezcan procedimientos claros para la denuncia y la investigación de estos casos.
Con frecuencia, las mujeres son desproporcionadamente afectadas, lo que refleja una cultura que tolera la violencia de género. El miedo a las represalias o la falta de credibilidad para ser escuchadas perpetúa el silencio en torno al acoso sexual, lo que a su vez contribuye a la impunidad.
“El informe Experiencias de violencia y el acoso en el trabajo: Primera encuesta mundial evalúa la magnitud del problema y examina los factores que pueden impedir que las personas hablen de lo que han sufrido, como la vergüenza, la culpa o la falta de confianza en las instituciones, o porque esos comportamientos inaceptables se consideran normales”, (Naciones Unidas, 2022).

#MeToo – YO TAMBIÉN – Por el Bien Común – Opinión
La educación sobre la prevención del acoso y hostigamiento sexual, y el respeto a los derechos humanos debe ser parte integral de los programas educativos, así como de la formación en los lugares de trabajo, es esencial para erradicar este fenómeno y garantizar que todas las personas puedan vivir y trabajar en entornos seguros y libres de violencia.
La colaboración entre gobiernos, organizaciones no gubernamentales, instituciones y la sociedad en general es importante para llevar a cabo cambios efectivos y sostenibles, aunado a ello, las y los activistas a favor de los #derechoshumanos trabajamos para visibilizar la violencia que prevalece.
En México, el protocolo para la Prevención, Atención y Sanción del Hostigamiento Sexual y Acoso Sexual, define al hostigamiento sexual, como “el ejercicio del poder, en una relación de subordinación real de la víctima frente al agresor en los ámbitos laboral y/o escolar. Se expresa en conductas verbales, físicas o ambas, relacionadas con la sexualidad de connotación lasciva”.
Por su parte, el acoso sexual, lo expresa como “una forma de violencia con connotación lasciva en la que, si bien no existe la subordinación, hay un ejercicio abusivo de poder que conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima, independientemente de que se realice en uno o varios eventos”, (Gobierno de México).
El trabajo por el respeto a los derechos humanos es responsabilidad de todas las personas, los movimientos sociales históricos a nivel nacional e internacional han sido parte de la lucha constante para que los grupos vulnerables sean escuchados.
#MeToo es un movimiento social que comenzó en 2006, pero ganó gran relevancia a partir de 2017, para visibilizar y denunciar el acoso sexual y la violencia de género. La frase “Me too” (en español, “Yo también”) fue utilizada por primera vez por la activista Tarana Burke.
#MeToo – Yo también, recientemente fui víctima de hostigamiento sexual.
Por Viviana Erika Solorio, activista de derechos humanos, asesora política, comunicóloga social. Mtra. Administración y Políticas Públicas con Enfoque en Gestión Política.
Fuente: Contraréplica