POR DIEGO “ALMANAQUE” SAGO’
El podio de un maratón suele ser un lugar para celebrar y, en muchas ocasiones, tanto para los que están sobre él como para quienes admiramos a sus ocupantes, suele ser un espacio de reflexión.
Aplausos, medallas, fotos, premios y la satisfacción de haber terminado la prueba que se inició. Este año, en la Ciudad de México ese podio, quizá el de la categoría que menos atención suele tener, también fue el megáfono de una realidad que para algunos fue incómoda pero no por ello dejó de ser realidad.
Marco Caballero, atleta de silla de ruedas que obtuvo el segundo lugar en dicha categoría, aprovechó ese minuto de audacia cívica para decir en voz alta lo que muchos prefieren tapar con el manto de “saldo blanco”: hay baches, coladeras mal ejecutadas, señalización deficiente y caídas que se repiten “año con año”.

Marco ¿más que caballero? – Almanaque – Opinión
Su reclamo no fue en pasillos ni en redes, lugares donde seguramente habría tenido eco, pero no como lo que finalmente logró. Tuvo una oportunidad, para hablar con la verdad y sin llegar a ser grosero, encaró a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada.
Ante los hechos, queda poco por argumentar y es que administraciones van y vienen, jefes y jefas de gobierno han participado en la inauguración y clausura de este maratón; sin embargo, la participación y dedicación de Marco han sido la única constante. Él es testigo de la transformación que ha tenido este ya emblemático evento deportivo.
Él mismo relató cómo se percibe participar en esta competencia donde las condiciones dificultan su participación y los ganadores, según él, reciban un trato discriminatorio.

Marco ¿más que caballero? – Almanaque – Opinión
El deporte tiene épica, pero esta no debería consistir en sortear los baches, tal como ya lo hacemos los ciudadanos que conducimos en esta ciudad. La CDMX es una de las capitales deportivas del continente: organiza carreras masivas, presume rutas icónicas y atrae élites internacionales. Precisamente por eso, no puede normalizar que los paradeportistas compitan contra el cronómetro y frente a la adversidad de las condiciones de la pista, del tipo que sea.
El reclamo de Caballero no se quedó en extrema textura del piso; también tocó la aspereza del sistema: el debate escaló a los medios y a la opinión pública. No se trata de politizar el deporte sino de profesionalizarlo, democratizar su acceso y buscar las mejores condiciones para los competidores, en todas sus categorías.
Si la ciudad aspira a estandarizar eventos de clase mundial, debe también hacerlo con el suelo o las pistas de las competencias. La accesibilidad, al parecer, no es un renglón del presupuesto, es un valor público y en vísperas de una Copa Mundial se deben tomar los ejemplos de mejora permanente, para cualquiera que guste integrarse al deporte, no solo cada vez que haya un evento.

Marco ¿más que caballero? – Almanaque – Opinión
No esperemos más. Las tragedias ya han ocurrido. Ahora fue la caída de un paradeportista; el 2022, dos hermanas perdieron la vida al caer a un registro sin tapa cuando se dirigían a un concierto en el Palacio de los Deportes en la Alcaldía Iztacalco.
Aquí no hablamos solo de maratón; hablamos de marca ciudad. De cómo se sienten los visitantes, de cómo compiten los locales y de qué manera se premia el organizador. La CDMX ha pujado por ser capital del deporte, pero ser sede no es suficiente: hay que garantizar rutas seguras y justas para todos, especialmente para quienes, con una silla y dos brazos o con una pierna y un bastón, nos enseñan el significado literal de la palabra “resiliencia”.
La solución no es complicada de enunciar (sí, de ejecutar por supuesto): baches, tapas, juntas, rejillas, pendientes, sellos y reemplazos con estándares internacionales, pruebas de ruta específicas. Todo transparente, todo verificable. No por quedar bien, sino por estar a la altura y reivindicar los errores del pasado.

Marco ¿más que caballero? – Almanaque – Opinión
Porque el deporte es narrativo. Y este año, la historia que contaremos no debería ser la de un campeón que esquivó baches, ni la de un podio que tuvo que convertirse en tribuna para explicar lo evidente. La historia que queremos leer es la de una ciudad que escuchó a tiempo y corrigió la ruta, de fondo y forma.
Este no es un regaño; es una oportunidad. El podio ya no deberá incomodar. Que el próximo evento nos encuentre sin excusas aún en la ruta que no vemos.
POR DIEGO “ALMANAQUE” SAGO’
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