Por Óscar Sánchez Márquez
Hans Christian Andersen, un escritor danés, hizo trascender en el tiempo su cuento “El rey Desnudo”, que narra las vivencias de un monarca que, temeroso de aparecer como incapaz para gobernar, cree a ciegas lo que unos vivales le vendieron como único y extraordinario; un traje invisible. El mismo “vistió” la prenda inexistente, porque en su reinado nadie quería contradecirlo acerca de que el poseía un traje único. El pueblo secundaba la idea del monarca y éste se hinchaba de sus elogios.
La negación como política de estado ha fructificado con el populismo, de derecha o de izquierda, porque llena los vacíos que genera la ausencia de políticas de fondo y viables en el corto y largo plazo. Ir a contracorriente de la realidad y la verdad no es, por tanto, un acto de inteligencia táctica, sino de cerrazón, la cual muchas veces llega a lo patológico.
México, como muchos otros países de América Latina, está en la cresta de esa oleada de populismo. La sociedad, el pueblo, se allana a salidas fáciles, a remedios fatuos, a propuestas sorprendentes, pero todas ellas quedan en la epidermis de los grandes problemas del país.
En el fondo la descomposición social, política, económica y cultural no se atiende desde la esfera del Poder, como debería de ser, sino que se elude, por no ser rentable a la imagen que se pretende crear.
Con la analogía del rey desnudo Hans Christian Andersen ha creado una moraleja tan contundente como vigente. El rey no siempre tiene la razón y los aduladores o colaboradores abyectos hacen más daño al negarse a la realidad alimentando en el monarca una mentira que termina por creer y hacerla propia.
Implementar desde el Estado una política de negación de la realidad frente a los temas torales para el país, como es la seguridad pública y el combate al crimen organizado, principalmente; o la corrupción y complicidad, no solo es ilegal e inmoral, sino altamente riesgoso, por el debilitamiento de las instituciones, de la propia autoridad y del sistema democrático.
En fechas recientes hemos sido testigos como el Estado de Derecho se resquebraja y como los grupos del crimen organizado definen sus reglas y someten a funcionarios e instituciones al amparo de un discurso público que se niega a ver la realidad, que la disfraza e incluso tergiversa con fines políticos-electorales.

La negación como política de Estado (El Rey Desnudo) – Opinión
Culpar de casi todo lo que hoy sucede al policía corrupto Genaro García Luna; a los dinosaurios corruptos del PRI; y a los sátrapas de Acción Nacional o PRD, por citar solo a algunos de los actores del desastre nacional, ha sido la tónica porque es un discurso que vende, pero no resuelve.
Ha sido una estrategia rentable políticamente, pero sin razón cuando no se transforma esa herencia. Culpar al pasado, que se ha convertido en el lugar común, habla de la pequeñes del gobierno actual, que exhibe sus limitaciones y evidencia el desperdicio del voto del cambio.
Lo grave ya no es ese estado de negación del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador y su equipo de colaboradores y seguidores, sino el peligro en que dejará a la nación a partir de septiembre del 2024.Confundir propaganda con eficiencia raya en necedad contumaz.
La toma de Chilpancingo por parte de grupos sociales movidos por crimen organizado; las minas explosivas en el atentado de Jalisco; los descabezados en Toluca, Estado de México; el asesinado a mansalva de abogados y amenazas a integrantes del poder judicial del estado de Colima, en donde el creciente clima de inseguridad llevó al poder judicial estatal a decretar trabajo desde casa; así como asesinatos a diario en Acapulco, Michoacán, Guanajuato, Chiapas y Quintana Roo, no se acaban ni se resuelven negando su existencia.
El rey camina desnudo y nadie se atreve a decirle la verdad. El cree, sigue creyendo, que su vestido real es invisible, único y que solo lo ven los inteligentes, no los tontos. Pero una mentira no se sostiene para siempre. Como en el cuento de Hans Christian Andersen, la verdad llega tarde o temprano y de quien menos se piensa.
La negación, podemos verlo ahora, ya no es sólo una estrategia, sino el dogma a seguir por parte de los aspirantes de MORENA a suceder en el cargo a Andrés Manuel López Obrador.
Conceptos como neoliberales, conservadores, politiqueros, corruptos, conspiradores forman parte del lenguaje de las llamadas “corcholatas”. Por la misma razón sus pre-precampañas no animan a nadie, no generan interés y continúan huecas y deslucidas, porque es más de lo mismo dicho por ventrílocuos de la política.
Ejemplo de ello es que a Claudia Sheinbaum le llaman “la copia”, porque dice, hace, actúa y piensa igual que López Obrador. SE mimetizó.
La pregunta ya no es si habrá o no habrá un choque frontal contra la realidad, sino cuando ocurrirá. Como en el cuento al que hemos hecho referencia, en donde la voz de un niño, sincero, abierto, genuino, ajeno a la mentira, grita:” El Rey está desnudo”, así llegará el momento en que se tenga que aceptar, por propios y extraños, que el presidente estaba equivocado.
El anhelo común es que la aceptación de esa realidad que hoy se niega como un delirio político, no sea demasiado tarde.