Casa Opinión La inflación insiste: el gobierno persiste (en minimizarla)

La inflación insiste: el gobierno persiste (en minimizarla)

por Redacción
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• Mientras la inflación retoma su paso ascendente y los analistas advierten un 2026 más presionado, el gobierno continúa hablando de logros sociales, ignorando que, sin inversión, certidumbre y crecimiento sostenido, ni el mejor discurso alcanza para sostener una economía.

Ernesto Madrid

La inflación volvió a respirar por la boca grande. En la primera quincena de noviembre, el Índice Nacional de Precios al Consumidor repuntó a 3.61% anual, un avance que, aunque previsible para los analistas, tomó por sorpresa a la narrativa oficial, todavía instalada en la idea —cada vez menos verosímil— de que la estabilidad macroeconómica es un hecho consumado y no una tarea inacabada.

El incremento quincenal de 0.47% tuvo los sospechosos habituales: tarifas eléctricas que suben con la puntualidad del reloj que no falla, transporte que nunca baja y productos agrícolas que confirman que la volatilidad del campo mexicano es una tradición nacional. Todo ello apenas maquillado por los descuentos del Buen Fin, ese breve espejismo que el gobierno celebra como si fuera una política pública.

Aunque la inflación subyacente se quedó en 4.32%, el mensaje entre líneas no deja espacio para el optimismo gubernamental: los precios siguen siendo tercos. Tan tercos como las autoridades que insisten en narrar un país donde la inflación “se contiene” mientras los analistas proyectan un cierre de 2025 en 3.9% y de 2026 en 4.3%, con presiones adicionales por el aumento al salario mínimo y los efectos de nuevos impuestos.

El gobierno repite que la fortaleza económica se refleja en la reducción de la pobreza. Cierto: 13 millones de personas salieron de la pobreza, un logro que nadie sensato regatearía. Pero la contradicción aparece cuando se pretende que ese avance puede sostenerse sin crecimiento, inversión y productividad. La realidad —esa que no cabe en conferencias matutinas— es que el PIB sigue siendo el termómetro que mira el mundo, los mercados y los inversores. Fingir que no importa no hará que deje de importar.

La inflación insiste: el gobierno persiste (en minimizarla)

La inflación insiste: el gobierno persiste (en minimizarla)

A esto se suma un escenario poco halagüeño:

• Inversión privada débil, lejos de su potencial;
• Regulación incierta en sectores estratégicos;
• Controversias comerciales abiertas rumbo a la revisión del T-MEC;
• Un entorno fiscal estrecho, presionado por el costo de la deuda y los gastos ineludibles.

La economía mexicana, pese al discurso triunfalista, no crece al ritmo que se le promete al ciudadano. Para 2026, los analistas anticipan mayores presiones inflacionarias justo cuando el país enfrenta un PIB que crecerá apenas 1.4%, prácticamente lo mismo que la población. Una especie de inmovilidad elegante, pero inmovilidad al fin.

El gobierno insiste en alcanzar la meta de colocar a México entre las 10 economías más grandes del mundo. Hoy estamos en el lugar 12, apenas debajo del umbral. Pero para subir, hace falta algo más que voluntad política: hace falta crecer. Y crecer más que Brasil, que avanza a 2.4%, mientras México aspira —con optimismo digno de manual oficial— a un 1%.

El contraste entre aspiraciones y realidades vuelve a exhibir la contradicción central del proyecto: se quiere un país grande con políticas que achican el espacio para la inversión y la productividad.

La revisión del tratado comercial será uno de los exámenes más rigurosos para la administración. La economía mexicana depende del buen clima con Estados Unidos, su principal socio, donde los aranceles bajo la sección 232 ya presionan industrias clave como la automotriz.

Irónicamente, el gobierno que presume soberanía económica se enfrenta a un acuerdo que exigirá disciplina regulatoria, certeza jurídica y un marco energético compatible con estándares internacionales. Todo aquello que, según el propio discurso, “ya no es necesario”.

No es el cierre de 2025 lo que preocupa, sino el arranque de 2026. Los analistas lo advierten con la frialdad que caracteriza a los números: si el gobierno mantiene diagnósticos complacientes y evita los ajustes estructurales necesarios, el país se quedará en un crecimiento mediocre, sin capacidad para sostener ni obra pública, ni gasto social, ni ambiciones geopolíticas.

En economía, como en política, la credibilidad no se decreta: se construye. Y hoy, mientras la inflación sube y el gobierno la minimiza, la brecha entre discurso y realidad vuelve a ampliarse.
Al final, la pregunta que no pueden evitar en Palacio es simple:

¿Podrá México crecer sin asumir los costos de crecer?
Por ahora, la respuesta es tan incierta como el rumbo inflacionario y el crecimiento del PIB.

@JErnestoMadrid
jeemadrid@gmail.com

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