• Mientras el gobierno presume dádivas, los empresarios reclaman reglas claras para invertir
Ernesto Madrid
Mientras la inflación sigue dando pequeños zarpazos —0.18% en la primera quincena de septiembre, lo que la coloca en 3.74% anual frente al 3.65% de la quincena previa— el gobierno celebra que “todo está en línea con lo esperado”.
Como si la expectativa de pagar más por la canasta básica fuera un motivo de fiesta nacional. La inflación subyacente, esa que mide la temperatura real del bolsillo, tampoco quiso quedarse atrás y subió a 4.26% anual. Mercancías encareciéndose poco a poco, servicios que apenas aflojan: la fotografía de un país que presume estabilidad mientras su economía sigue respirando con oxígeno prestado.
Pero nada que un foro empresarial no pueda disfrazar de esperanza. En la Ciudad de México, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) organizó su encuentro “Energía con Futuro”, donde empresarios, funcionarios y expertos se reunieron para hablar de la transición energética como si México tuviera la infraestructura lista y el capital político suficiente. Spoiler: no lo tiene.
Juan José Sierra Álvarez, presidente de Coparmex, fue claro: el mundo enfrenta una demanda creciente de energía y la presión internacional por reducir emisiones. México, dijo, todavía depende del petróleo, el gas natural y, por supuesto, de Pemex, esa empresa que apenas puede pagar a sus proveedores, pero que sigue siendo presentada como la gallina de los huevos de oro… aunque la gallina esté enferma y los huevos hipotecados.

La energía no despega y los empresarios piden certidumbre
La narrativa fue uniforme: necesitamos inversión privada, innovación tecnológica y confianza entre sectores. Gerardo Trejo Veytia, vicepresidente de Sustentabilidad de Coparmex, lo tradujo en simple: sin empresas, la transición no camina. Diana León Cuadra, de la Secretaría de Economía, apeló a la “confianza mutua” para fortalecer la industria. Suena bien, pero los inversionistas llevan años esperando reglas claras que nunca llegan.
Los datos tampoco pintan el futuro tan verde: México consume gas natural suficiente para necesitar expandir la red de gasoductos, pero según Coparmex hay reservas para 40 años. El petróleo, calculado en unos 20 billones de pesos a un barril de 60 dólares, se ofrece como la gran joya nacional. El detalle: Pemex sigue arrastrando deudas y cuestionamientos sobre corrupción.
En el terreno automotriz, la electromovilidad avanza a paso de tortuga: de 700 mil autos vendidos en el primer semestre de 2025, apenas 44 mil fueron eléctricos o híbridos enchufables. Una muestra de que el discurso ambiental se estrella contra la realidad del mercado, donde los bolsillos mexicanos todavía no alcanzan para las “soluciones verdes”.
Los paneles hablaron de transición energética, hidrocarburos “limpios” (si tal cosa existe), gas LP como palanca de competitividad y la necesidad de que el país aproveche la coyuntura internacional. Todo en medio de un contexto en el que el Poder Judicial está bajo presión política, las inversiones energéticas se mantienen pausadas y la infraestructura sigue siendo un pendiente monumental.
El resultado del foro es predecible: México necesita una estrategia energética de largo plazo, diversificar fuentes, fortalecer la infraestructura y dar certeza jurídica. Lo mismo que se ha dicho en cada foro empresarial de los últimos diez años.
En conclusión, mientras la inflación avanza discreta pero constante, y los empresarios exigen reglas claras para invertir, el país sigue atrapado en un limbo energético donde abundan los discursos, escasean los proyectos concretos y Pemex se mantiene como la metáfora perfecta del Estado: grande, endeudado y aún presentado como la promesa de un futuro que nunca llega.
@JErnestoMadrid
jeemadrid@gmail.com