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Godoy, la aliada del poder y las razones silenciosas de la caída de Gertz

por Redacción
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• La entrega incondicional de Ernestina Godoy al proyecto presidencial y el acelerado desgaste de Alejandro Gertz Manero construyeron una transición en la Fiscalía General que, más que institucional, parece quirúrgicamente política.

Ernesto Madrid

La inminente llegada de Ernestina Godoy a la Fiscalía General de la República no se explica sólo por el relevo natural de un funcionario desgastado, sino por una ecuación que combina lealtad absoluta, disciplina política y un contexto donde la discreción dejó de ser suficiente para Alejandro Gertz Manero. Mientras él peleaba por conservar su silla, ella avanzaba con la serenidad de quien no necesita abrir puertas: ya las tiene abiertas desde el “segundo piso de la cuarta transformación”, del poder.

Durante su gestión en la Fiscalía capitalina, Godoy construyó algo más que un expediente de casos polémicos: edificó una reputación de obediencia sin matices al proyecto de la Cuarta Transformación. Desde la omisión en investigaciones de alto impacto hasta el uso estratégico de herramientas legales contra opositores, su trayectoria habla de una funcionaria convencida —o disciplinada— de que la justicia puede ser también una forma de militancia.

Los señalamientos no fueron pocos. Están los feminicidios de Iztacalco, donde presuntamente se ignoraron alertas previas sobre un agresor serial. El colapso de la Línea 12, en el cual la entonces directora del Metro, Florencia Serranía Soto nunca pisó una sala de declaraciones. El caso Rébsamen, donde la revisión de responsabilidades no rozó a la entonces jefa de Gobierno. Y el expediente contra Alejandra Cuevas, regido por irregularidades que parecían más cercanas a los intereses familiares de Gertz que al rigor procesal.

En paralelo, investigaciones de medios internacionales, como el New York Times documentaron prácticas de espionaje político vía geolocalización, que difícilmente podrían clasificarse como “errores administrativos”.

La lista podría seguir, pero el punto es otro: Godoy hizo lo que el poder necesitaba que hiciera. Y el poder no lo olvida.
La despedida de Alejandro Gertz Manero no fue un acto voluntario, sino un episodio más propio de tragedia política mexicana: filtraciones, pulsos de fuerza y una mañana que debió iniciar con su renuncia y terminó con seis horas de resistencia.

Godoy, la aliada del poder y las razones silenciosas de la caída de Gertz

Godoy, la aliada del poder y las razones silenciosas de la caída de Gertz

En las sombras operaba Adán Augusto López Hernández, senador y adversario de la presidenta. Convencido de que el fiscal se preparaba para procesarlo por el caso de la organización criminal La Barredora, el tabasqueño preparó el terreno para dinamitar la estancia de Gertz. Fue acusación política, temor personal o una mezcla de ambos; pero en la política mexicana los “motivos” son menos importantes que los “momento”, y éste era perfecto.

Pero lo que parecía un golpe contra Gertz… podría ser también un golpe contra Adán Augusto

De acuerdo con fuentes de alto nivel, la caída del fiscal general podría terminar por salpicar también al propio coordinador de Morena en el Senado. No sólo por La Barredora, sino por los expedientes del Grupo Virreyes, encabezado por Mario Giordano, cuyas relaciones con Adán Augusto López y con Mario Delgado han aparecido en investigaciones tanto en México como en Estados Unidos, vinculadas a presuntas redes de contrabando de combustible.

Es decir: el movimiento que algunos interpretaron como la venganza del senador podría, irónicamente, convertirse en la primera gran demostración de fuerza del gobierno de Claudia Sheinbaum. Una señal hacia dentro —muy dentro— del movimiento. Una señal que llega hasta Palenque.

El mensaje es claro: la nueva administración está dispuesta a tocar intereses que antes parecían intocables, especialmente después de que Gertz colocara una mancha sobre García Harfuch y su equipo anti-huachicol, vía la actuación de la agente del Ministerio Público federal Mari Carmen Ramírez Rodríguez, detenida hace diez días y enviada al penal de Morelos. Ella dependía directamente de César Oliveros, fiscal especial en Delitos de Hidrocarburos, colocado por García Harfuch con el visto bueno de Palacio.

La operación de Gertz contra la estructura de seguridad fue interpretada como un desafío directo. Y en política, los desafíos suelen tener consecuencias más rápidas que las investigaciones.

Gertz peleó hasta el final. No sólo contra Adán Augusto, sino también contra Omar García Harfuch, con quien nunca hubo afinidades profundas, y contra la propia corriente presidencial que lo había tolerado más que respaldado. Las filtraciones sobre el caso Colosio y el dueño de Miss Universo —incomodísimas para Palacio Nacional— terminaron por romper su delgado escudo de protección. Aunque se especuló que López Obrador se oponía a su salida, todo apunta a que el expresidente ya no movía piezas en este tablero.

Al final, a las 3:30 de la tarde de este jueves crítico, Gertz aceptó lo inevitable. Negoció una salida con aroma diplomático y se resignó a su mayor derrota: ser sustituido justamente por quien no quería ver en su silla.

El relevo no sólo es una derrota personal para el exfiscal. Es un reacomodo de poder que deja a la presidenta Claudia Sheinbaum con el control total de una institución crucial, y a su círculo más cercano —en especial García Harfuch— con una influencia directa sobre la próxima titular.

Para López Obrador y su entorno, envueltos en sospechas y expedientes latentes, la pérdida es doble: se quedan sin el fiscal con el que construyeron blindajes y dependerán, irónicamente, de una funcionaria con fama de absoluta disciplina… pero ahora al servicio de otra jefa política.

La pregunta ya no es si Godoy ocupará la Fiscalía, sino qué versión de Ernestina Godoy llegará: ¿la fiscal militante que protegió a su jefa política en la capital, o la funcionaria que ahora tendrá que demostrar independencia en un cargo que exige más que obediencia?

La respuesta aún no está escrita, pero el libreto político ya dejó clara su primera escena:
la lealtad paga. La resistencia, no tanto.

@JErnestoMadrid
jeemadrid@gmail.com

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