Por Óscar Sánchez Márquez
Es un hecho que la unidad entre las llamadas “corcholatas” de Andrés Manuel López Obrador pende de un hilo.
Eso puede explicar en parte el por qué el propio jefe del Ejecutivo se ha colocado en el centro de la pre-precampaña enfrentándose a Xóchitl Gálvez, quizá para evitar un desgaste entre sus fichas que pueda derivar en una ruptura.
Hay claros signos de que no todas las corcholatas están dispuestas a seguir al pie de la letra el guión del proceso de selección del candidato de Morena a la presidencia de la República en el 2024.
Marcelo Ebrard, de hecho, ha roto el presunto acuerdo de no debatir y no hacer propuestas de gobierno, porque sabe que al tomar la iniciativa inevitablemente provocará que de entre las propias corcholatas algunos destaquen y otros se opaquen.
El excanciller ya ha hecho propuestas de política pública para afianzas su oferta como aspirante a la candidatura presidencial y eventualmente presidente de la República. Lo ha hecho en materia de seguridad pública y combate a la delincuencia y criminalidad. Planteó que sus adversarios hagan lo propio para contrastar visión, capacidad y aptitudes, pero no ha habido respuesta…porque así lo ha ordenado AMLO.
Sin embargo, Claudia Sheinbaum se ha visto rebasada frente a estas circunstancias porque al no hacer propuestas propias de política de gobierno, porque, insistimos, así se lo ordenó el presidente, crea dudas sobre cómo actuaría en caso de ser candidata y eventualmente presidenta de la República.
En el mejor de los casos lo que se piensa de Sheinbaum es que no propone porque su gobierno sería una “extensión” de lo que hasta ahora ha planteado y realizado López Obrador; otros más consideran que no propone porque no tiene voz, ni talento propio, sino que su plan de acción le será impuesto.
Nada de esos ayuda a su imagen y al interés de adhesión a su propuesta preelectoral.
Como no hay sal ni pimienta de a de veras en esos ejercicios de turismo político que realizan por el país Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Gerardo Fernández Noroña, Ricardo Monreal Ávila y Manuel Velasco, el interés en el proceso para seleccionar al llamado “coordinador de la defensa de la 4 Transformación”, es mínimo, se ha desplomado.
Lo ha documentado El Financiero, a través de la encuesta que periódicamente realiza el que es uno de los encuestadores más serios y profesional del país, Alejandro Moreno, quien publicó que el ánimo sobre la pre-precampaña disfrazada a la que nos hemos referido ha bajado.
El interés ciudadano descendió en los meses de junio y julio de 52 % a 47%. A la pregunta de qué tanto le interesa o no el proceso de selección de candidato de Morena y aliados, el porcentaje de desinterés pasó de 46 a 51 por ciento. Una primera conclusión es que a poco más de la mitad de la población no le interesa en lo más mínimo que pasa con las corcholatas.
Este entorno de desinterés ciudadano le conviene al presidente porque busca que no se alteren las proyecciones que hasta ahora siguen beneficiando a la exjefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, aunque también en los números que representa hay varios elementos que llaman la atención.
El más importante es que la exjefa de gobierno no ha crecido en adepto en todo este proceso disfrazado de no precampaña, quizá porque llegó a su tope máximo, lo cual sería altamente preocupante para su equipo.
Segundo, su imagen no ha aumentado, pero sí se ha reducido. Y ese es el punto débil porque la exfuncionaria capitalina ya ha salido a otros estados y ha visitado muchos municipios para “darse a conocer”, pero eso no se ha traducido en un incremento de sus porcentajes de preferencia.
Hablábamos de que la unidad pende de un hilo en Morena. Y la propia Claudia Sheinbaum ha intentado pasar por alto de instrucción de no debatir con las corcholatas adversarios.
En la última semana de julio y los primeros días de agosto Claudia tuvo que contestar una critica de Ebrard respecto al plan de seguridad de la Ciudad que ha sido considerado como optimo. La exjefa de gobierno se adjudico ese presunto éxito, pero Ebrard se encargó de aclarar que el pan fue diseñado por el presidente y por él cuando también fue jefe de la Ciudad de México. Se notó a una Claudia desesperada por reflector y reconocimiento.
Más allá del anecdotario, lo cierto es que en la más reciente encuesta de Alejandro Moreno se muestran datos reveladores que los equipos de las corcholatas y el propio presidente parecen no ver, por el contrario, se empeñan en soslayar.
Los números muestran que Claudia Sheinbaum captó en julio 29 por ciento de las preferencias de las personas entrevistadas para abanderar a la Cuarta T como aspirante presidencial, Marcelo Ebrard registró un 19 por ciento de apoyo; Adán Augusto López, 11 por ciento; Gerardo Fernández Noroña, 8 por ciento; Ricardo Monreal, 4 por ciento, y Manuel Velasco, 2 por ciento.
Y el dato más relevante: un 22 por ciento no apoya a ninguno y otro 4 por ciento respondió que no tiene opinión o preferencia. Es decir, ahí hay un 26 por ciento de población que significa la diferencia suficiente para ganar o perder una contienda presidencial.
Si la oposición se hace de ese 26% de población que no está ni de una forma ni de otra con Morena y sus corcholatas, sin duda tendrá más posibilidades de disputar la silla presidencial en el 2024. Máxime con una candidatura de oposición sólida, congruente y responsable.