• La venta del histórico banco mexicano a Fernando Chico Pardo llega con aval presidencial y con la promesa de modernización. Sin embargo, detrás de los discursos de confianza y tecnología se esconde la misma estructura: empleados que protegen fraudes, abogados que exculpan al banco y un sistema que funciona mejor para los estafadores que para los clientes.
Ernesto Madrid
La operación más grande de la banca mexicana en años no huele a renovación, sino a la repetición de un guion ya conocido: instituciones financieras plagadas de fraudes que se lavan con discursos de modernización. El empresario Fernando Chico Pardo, el octavo hombre más rico de México —con una fortuna de 2,800 millones de dólares según Forbes— se convirtió en el nuevo propietario de Banamex con el visto bueno de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Chico Pardo, a quien algunos llaman el “George Soros mexicano”, aseguró que su confianza en el gobierno fue clave para tomar la decisión. “Estoy haciendo una inversión personal muy relevante (…) mucho me animó la confianza que tengo en el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum y su proyecto de país”, dijo. Lo que omitió es que Banamex arrastra una larga estela de fraudes y chequeras fantasma, en casos que involucran desde dependencias estatales hasta bancos de peso como BBVA, y que siguen sin resolverse.
El historial de Banamex es tan turbio que ni la Condusef ha querido —o podido— meterle mano. Víctor Rodríguez Leyva, abogado externo del banco, se encargó de exculparlo de cheques apócrifos expedidos a nombre de dependencias como Banobras y la Secretaría de Finanzas de Oaxaca, en operaciones que se fraguaron desde sucursales la Ciudad Judicial en San Bartolo Coyotepec. Resultado: cero responsables, clientes desprotegidos y un correo automático de agradecimiento por la “confianza”.

Banamex cambia de dueño, ¿quién es Fernando Chico Pardo?
La adquisición ocurre en un contexto en el que Washington ya alzó la ceja. John K. Hurley, subsecretario del Tesoro estadounidense para Terrorismo e Inteligencia Financiera, visitó México la semana pasada para exigir cerrar los huecos regulatorios que permiten a cárteles, políticos corruptos y prestanombres colarse en el sistema bancario. Su mensaje fue tan claro como incómodo: “México sigue siendo un coladero financiero”.
A sus 72 años, Chico Pardo carga un currículum brillante: fundó Acciones y Asesoría Bursátil a los 27, fue consejero en empresas de Carlos Slim, dirige el Grupo Aeroportuario del Sureste (ASUR) y controla hoteles de lujo en el Caribe mediante Promecap. Pero ahora carga con Banamex, la joya envenenada de Citi, cuyo futuro no depende de “meterle mucha tecnología” como promete, sino de limpiar un sistema donde empleados ineficientes, abogados arrogantes y vacíos regulatorios han convertido la banca en un paraíso de fraudes.
La gran incógnita no es cuánto crecerá la fortuna de Chico Pardo tras la operación —que podría dispararse a casi 4 mil millones de dólares—, sino si el aval presidencial es suficiente para ocultar que Banamex, más que un banco, se ha convertido en una puerta giratoria para criminales de cuello blanco y quizás, operadores del narco.
En resumen: Banamex cambia de dueño, pero el desorden sigue teniendo garantizado su crédito.
@JErnestoMadrid
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