Por: Rubén Camarillo
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Sin duda La Casa de las Flores, de Manolo Caro, fue un producto que captó la atención del público por distintas razone, entre ellas la reaparición de Verónica Castro y un tema novedoso en una serie mexicana, pero ¿Qué pasó con esta última entrega del cineasta mexicano, Alguien Tiene Que Morir?
Situada en una época que a la fecha provoca cierto morbo en la audiencia, por temas más políticos, históricos y culturales que en sí por el tema central de la serie que es el franquismo. Si bien es sabido que fue una época dura en la historia de España, sin embargo una vez más Manolo Caro nos llena el ojo con un reparto que hasta el cartel y el trailer parecía imposible, ver a la señorona Carmen Maura en algo que no sea del Maestro Almodovar era para volarse la tapa.
Cecilia Suárez como ya es costumbre en el cast titular de Manolo Caro, sin demeritar el trabajo de la maestra Suárez, a gusto personal me quedó a deber, no ella propiamente, sino el personaje… en realidad la mayoría de los personajes de esta serie, nos quedan a deber, el único que a mí gusto cumplió el objetivo fue el personaje de Amparo Falcón interpretado por la gran Carmen Maura, que desde el minuto uno, provoca al oírla o verla se te revuelva el estómago de coraje.
Ester Esposito en su papel de niña caprichosa y vengativa, es algo que ya habíamos visto en la serie también española Élite, quizá un buen giro del personaje hubiera sido que formará parte de las 13 rosas, grupo feminista de la época franquista, el cual fue acribillado por levantar la voz, ¡pero no!, vemos a una Ester caprichosa que acepta un matrimonio pactado por el bien económico de la familia.
Alejandro Espeitzer que en este caso juega de víctima, en momentos muy fugaces defiende el personaje su postura, ideas y preferencias, pero en verdad muy fugaces y sutiles. El personaje de Espeitzer tenía que ser a mi parecer el que se llevara la serie, pero nuevamente no, sólo es un personaje de los ya característicos del universo Manolo Caro, otro de los personajes que luce pero sólo luce por su manera tan brillante de bailar clásico es Lázaro interpretado por Issac Hernández.
Es sabido que la gente le ha pedido a Caro personajes que no sean blancos, pero Lázaro ni es tan Moreno, ni se siente tan mexicano, pues culturalmente el mexicano se caracteriza por defender su nacionalidad y sólo vemos un bailarín extraordinario y algo que me pareció bastante despreciable es la manera en que se refieren a los mexicanos: esa manera despectiva y sin tacto.
Si era por llevar la historia a la época puede ser, pero en todo un capítulo hablar mal de los mexicanos, manejando un cliché tan básico como lo es el tono de piel me pareció denigrante, a título personal, le hubiera dado más tiempo en el horno al proyecto, el final deja al espectador sin un cierre total, pero no todos es oscuro en esta entrega de Caro, tiene puntos que rescatar como es la fotografía, el trabajo de arte y vestuario, bastante acorde a la época de los años 50.
Pero como decía el maestro Gabriel Figueroa, si la fotografía supera la historia o viceversa estamos perdiendo el tiempo, y lo que es la historia se queda corta, muy fugaces y escasos momentos son los que sacan alguna reacción del espectador. Cabe mencionar que se notan ciertos destellos de la mano española en cuanto a estilo, trabajo de producción y fotografía, proyecto arriesgado para el mexicano, pero fuera de eso está vez Manolo Caro nos quedó a deber.
Es por eso que le doy dos estrellas a Alguien Tiene Que Morir.
