*Aplican su propia ley, hacen negocios entre ellos, roban y se corrompen
Miguel A. Rocha Valencia
El cinismo de la 4T resultó más contagioso que el SARS-CoV-2 que a la fecha ya cobró la vida de más de 55 mil mexicanos y contagió a más de medio millón. Tan “pegajoso” es el estilo del tlatoani tabasqueño que el propio Alejandro Gertz Manero, ya sin recato alguno y evidenciando padecer el mismo sentimiento de venganza por sus frustraciones profesionales, acepta por válidas todas las imputaciones de un sujeto acusado de violar la ley dejándolo en libertad, y advierte que otra imputada está en la cárcel por “no cooperar” para el circo mediático presidencial.
De tal suerte que la gran carpa que se instaló en Palacio Nacional, ya tiene varias pistas para armar espectáculos que distraigan la atención de los mexicanos de sus tragedias y miedos.
Por un lado, el otro López, el Gatell, se desgasta justificando lo que no puede, 505 mil 751 contagios y entre 55 mil 293 y 57 mil 500 muertos hasta el jueves pasado. Ahí en la pista de las mañaneras afirma que la curva se aplanó, que se alentó la pandemia y no se saturaron las instalaciones de salud, lo cual es cierto y matiza su discurso en el uso de cubrebocas explicando que debe usarse bien, cuando en otros tiempos lo descalificó en su efectividad.
NO acepta que México no se preparó con tiempo y por eso se buscó alentar la pandemia, acción que hoy se paga con una mayor afectación a la economía y la pérdida de millón 200 mil empleos y empresas que estarán pagando con el cierre definitivo por quiebra y endeudamiento especialmente de manufacturas y servicios.
Y si bien el freno de la pandemia puede llegar en el corto plazo gracias no a las políticas aplicadas sino al surgimiento de una vacuna, la factura económico financiera será muy grande y se expresará de diversas maneras, como el no pago de casi billón y medio de deudas bancarias, aumento de la informalidad, delincuencia, caída del consumo, recaudación fiscal y otros fenómenos que muchos ya vivimos.
Uno de esos indicadores es la caída de 38 por ciento en la inversión fija bruta especialmente en equipo y herramientas, lo cual indica que las empresas no se están armando y que la confianza en políticas públicas no existe. Incluso analistas del Bank Of America, advierten junto con las calificadoras que el riesgo de inversión de México se podría caer a finales de año.
Pero por lo pronto, no hay quien quiera invertir. El propio secretario de Hacienda, Arturo Herrera, se muestra preocupado, expresa la necesidad de que el sector privado, ese que ha denostado López, participe en la recuperación. El gobierno no tiene recursos y si los tuviera no los aplicaría a la reactivación sino a sus programas clientelares.
Es la misma visión del líder de Morena en el Senado Ricardo Monreal quien trata de “planchar” la relación con la iniciativa privada, pero más tarda en hacerlo, que López en arrugarla con decisiones y consultas viscerales.
Para colmo, el encargado de acercar a empresarios, Alfonso Romo Garza, se convirtió en el Juan Armando Hinojosa de la 4T y en vez de fomentar la inversión hace negocios personales con sus pares además de hacer prosperar sus propias empresas, especialmente en la península de Yucatán donde se le conoce como depredador ambiental. Es ejemplo de corrupción.
Se volvió igual que Alejandro Gertz, Rocío Nahle, Irma Eréndira Sandoval, Manuel Bartlett, Rabindranath Salazar, Zoé Robledo, Ana Guevara y muchos más, en un cínico, igual a YSQ.