Por Óscar Sánchez Márquez
Un grupo de jóvenes de diversas partes del mundo, inexpertos en mercados financieros, pero habilidosos en el acceso y manejo de aplicaciones móviles, ha puesto a temblar al mismísimo mercado de Wall Street.
A través de un foro de debate habilitado en la página web Reddit, un sitio de marcadores sociales y agregador de noticias donde los usuarios pueden añadir texto, imágenes, vídeos o enlaces, cientos de internautas se han puesto de acuerdo en línea y han hecho crecer artificialmente los precios de las acciones de empresas técnicamente quebradas, como Blockbuster, BlackBerry o la tienda de juegos de video Game Stop, con las que los grandes tiburones financieros especulaban y ganaban a discreción, lo que ha hecho perder miles de millones de dólares a grandes corporativos financieros a nivel mundial.
Este es quizá el episodio más reciente en el que se deja ver, tal cual, el poder incontrolable que ejercen las redes sociales, para bien o para mal, pero siempre vinculado al poder, aún más incontrolable, de propietarios y operadores de ese tipo de plataformas digitales.
Vía Reddit se orquestó un movimiento subversivo financiero con la sola intención de hacer ver que, con el apoyo de la tecnología y las plataformas digitales, las reglas del juego han cambiado entre los grupos de poder tradicional y el poder ciudadanizado.

Las redes sociales y la transgresión consensuada
Es, en el fondo, un ángulo de todo el caleidoscopio que representa lo que algunos llaman la tiranía de las redes sociales y otros las “benditas redes sociales”.
En otro episodio, el ahora ex presidente Donald Trump concluyó su periodo presidencial y tuvo que dejar la Casa Blanca en medio del escarnio mediático digital al serle cancelada su cuente de Twitter y Facebook, porque los principales directivos de dichas empresas no compartían la forma y el estilo de ejercer el poder del exmandatario. La toma de la Casa Blanca el 8 de enero de este año fue el detonante para acallar la voz digital de Trump.
Veremos más casos de esa tiranía de las redes sociales, tiranía que, sin embargo, para muchos quienes están inmersos en este mundo aparentemente virtual es, en apariencia, el mayor consenso público sobre el ejercicio de la palabra, la opinión, el disenso y la controversia.
En el discurso público la llamada democratización de la información y de la opinión que ha abierto el mundo de las redes digitales suena políticamente correcto, pero los ejemplos citados dejan ver que la liga se está estirando demasiado y que tarde que temprano habrá que replantear el objetivo, el alcance y la utilidad real de las llamadas benditas redes sociales.
En todo el mundo son ya muchos los casos de personas que optan por el suicidio como salida de escape a situaciones de acoso, ridiculización o linchamiento digital del que fueron objeto.
Otros, cada vez más, han llevado su revancha al mundo real y han trasladado sus reacciones por el trato recibido en las redes sociales a las amas y el asesinato masivo. Una muestra de ello es la masacre de Nueva Zelanda, donde Breton Tarrant asesinó a 49 personas por motivos ideológicos. Utilizó Facebook Live para dejar huella de su atrocidad.
También está la masacre en el Walmart de El paso, en la frontera México-Estados Unidos, donde Patrick Criusus, en agosto de 2019, abrió fuego en esa tienda de autoservicio con la clara intención de asesinar a mexicanos, una masacre con claros tintes racistas auspiciados, sin duda, por el discurso de odio aupado desde las redes sociales.
Para académicos, filósofos, sociólogos, políticos y estadistas, ha llegado el momento de establecer controles. Se habla ya de la próxima nueva era de las redes sociales, una en la que los controles sean definidos por los Estados y usuarios o no por los dueños y directivos.

Las redes sociales y la transgresión consensuada
Esa es una de las pocas opciones que tienen los creadores de esas máquinas de realidad virtual y real si no quieren quedar al margen de ese negocio.
En algunos países de Europa y Asia, los gobiernos han planteado crear sus propias redes sociales, como lo ha hecho China, para no depender del poder e influencia que hoy tienen Facebook y Twitter. El camino ha sido señalado.
India, Turquía, Pakistán, Francia, Rusia son países que mantienen en constante amenaza a Facebook, por ejemplo, para que censure contenido cuyos gobiernos no desean que se haga público, pero en el fondo hay una censura consensuada y una libertad de expresión acotada, una especie de un Facebook de doble cara que, como tal, ya no es ni genuino ni útil.
António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, hace unas horas, fijó una postura muy interesante al respecto.
“No creo que podamos vivir en un mundo donde se dé demasiado poder a un número reducido de empresas. Y debo decir que estoy especialmente preocupado por el poder que ya tienen”, adelantó el diplomático.
Estas palabras marcan el principio de un cambio a lo que hoy conocemos como las redes sociales. A partir de hoy y durante los próximos años el debate será ese: que tanto poder se les deja a las redes sociales que hoy todavía mueven al mundo.