Miguel A. Rocha Valencia
Si el gobierno del caudillo tabasqueño logra que el Banxico asuma parte de la deuda, sobre todo en dólares que pesa sobre Petróleos Mexicanos, podrá hacerlo para otros rubros e incluso apuntalar el déficit presupuestal que se acumulará a causa de la crisis financiera que vive el país, acentuada por la incapacidad de la actual administración federal que ya devoró todas las reservas y presupuestos posibles para mantener sus obras emblemáticas y programas clientelares.
Serían poco más de 31 mil millones de dólares que pretende el gobierno del tlatoani olmeca cargarle a las reservas del Banco de México por la vía de los bonos gubernamentales y con ello quitarse la carga de tener qué liquidar esa cantidad más sus intereses en los próximos tres años, pero eso sí, sin la garantía de que el banco central recupere el dinero.
Las reservas del Banxico están en la mira del pontífice de Palacio Nacional desde antes de asumir el poder, asegurando que servirían para pagar deuda y parece que al fin lo va a lograr y con ello “ahorrarse” lo que se debe pagar por principal e intereses.
De tal suerte que el “pellizco” a las Reservas Internacionales que hoy se ubican en 194 mil millones de dólares, sería para satisfacer el apetito desmedido de la Cuarta que ya no encuentra de dónde sacar dinero para mantener a su incapacidad de gobernar.
Dirán que el dinero sustraído se garantiza con Pemex, cuya deuda alcanza ¡2.5 billones de pesos! O si se quiere en dólares, son 105 mil 200 millones de su deuda financiera, lo que la posiciona como la empresa petrolera más endeudada del mundo. Débito que es financiado con recursos fiscales de esos que en el nuevo esquema ya no aporta y devora cada vez más dinero.
Se planteó el tlatoani que Pemex sea motor de crecimiento y desarrollo, pero las estimaciones les fallan permanentemente y a pesar de transferirle recursos y perdonarle impuestos, no levanta ya sea porque se caen los precios y la producción o simplemente pro que sus pasivos, la ahogan. Incluso incidirá a mediano plazo, la migración industrial hacia fuentes de energía renovables y amigables con el medio ambiente.
Muestra de esa esperanza fallida son las predicciones apuntadas en la Ley de Ingresos donde se estima una contribución petrolera del 16 por ciento a las finanzas públicas, pero al menos en este 2020, quedaron muy por debajo de esas expectativas, cargándose a déficit o a otros recursos como los que había en el fondo de contingencias, cuyos 300 mil millones de pesos heredados por Enrique Peña, ya se hicieron humo.
Pero, además, la realidad internacional advierte que el petróleo ya no es el negocio que cree el caudillo de Tepetitán y que plasmó en el presupuesto 2021, donde se espera que la petrolera aporte un billón de pesos con la producción de 1.9 millones de barriles a un precio de venta de 42 dólares, con un dólar de 22 pesos. Esperan que la aportación de ingresos petroleros equivalga al cuatro por ciento del PIB.
Alegres cuentas; por lo pronto el dólar ya anda en una banda de 21 dólares, la producción no sobrepasa el millón 750 mil barriles diarios y el precio de la mezcla mexicana se cotiza en 33.97 dólares por tambo de 159 litros.
No se olvide que precisamente por los cálculos alegres, la paraestatal mexicana incrementó su deuda en casi medio billón de pesos tan sólo en lo que va de 2020, monto que podría aumentar al cierre del año, precisamente por falta de producción y precios por debajo de lo estimado, donde el seguro que se adquirió por más de mil millones de dólares ayuda en algo a asegurar un precio de venta por una porción de la comercialización y con ello, mitigar no ingresos.
Es decir que la apuesta de la administración de López Obrador para obligar al banco central del país a cubrir deuda de Pemex, puede ser una apuesta muy costosa, sobre todo porque no estamos exentos de una devaluación, fluctuación aguda o prolongada o el retiro de acreedores que exijan la liquidez inmediata de documentos gubernamentales de deuda o incluso, el retiro de empresas que pidan liquidez de capitales en moneda estadounidense.
Mucho riesgo si se ve que la Cuarta podría irse en cualquier momento, pero el daño al país, sería para 130 millones de personas a corto, mediano y largo plazos.