A la 4T, no le importan muertos ni despedidos; un país de miserables y limosneros le conviene.
Por Miguel A Rocha Valencia
Hace apenas unos días Alfonso Romo Garza advirtió que “sólo con certidumbre se podrán activar los 30 mil millones de dólares de capital privado y 1.2 billones de pesos de la banca”, ya que, para el entonces jefe de la oficina de la Presidencia, no era suficiente la ratificación del grado de inversión que otorgó al gobierno de la Cuarta la calificadora Fitch Ratings con lo cual, México recibía un tanque de oxígeno para en un año acelerar la recuperación económica.
Fue el 19 de noviembre pasado ante los Ejecutivos de Finanzas, donde ratificó que, para recuperar esa certidumbre y confianza, “se pueden cambiar las reglas del juego que sean necesarias, pero una vez establecidas, deben permanecer y ser transparentes dado que la inversión privada representa el 87 por ciento del total del país”.
Sobre este particular escribimos un comentario que se tituló ¡Está sordo! En referencia a que esta no era la primera vez que el regiomontano le pedía a su jefe seriedad en las políticas públicas; “sólo tenemos que trabajar en dar certidumbre”, sobre todo en cuanto a la inversión. Anotamos que el tlatoani no le hacía caso, antes bien, anticipamos que recibiría un regaño, pero no lo esperó, prefirió renunciar.
Señal claro de que el mesías tropical no lo escuchó, fue la escenografía donde se firmó un pacto con empresarios para invertir menos de 300 mil millones en proyectos de la Cuarta que supuestamente generarán 400 mil empleos, la tercera parte de los perdidos. Esa cantidad se inscribe un plan a cinco años que no alcanza los 900 mil millones.
Tan sólo Pemex lleva perdidos 600 mil millones, que se incrementarán con la caída de la producción, pero de los 30 mil millones de dólares y el billón 200 mil millones de pesos de inversión privada y bancaria, nada.
Es obvio que el profeta de la Cuarta dijo “no” y Romo prefirió irse luego de dos años de sinsabores como la cancelación del NAIM que él aseguró a inversores que se continuaría, pero el tlatoani tabasqueño lo canceló con el argumento gastado de una corrupción que no ha demostrado.
Igual pasó con las inversiones en proyectos agropecuarios, de energías renovables, en Pemex, industriales y constructivos que le costaron al país pérdida de confianza internacional que espantó inversiones directas, en bonos de deuda extranjeros, así como la salida de capitales mexicanos a otras latitudes donde las reglas además de claras, son inamovibles, así como lo pedía Alfonso Romo en privado y en declaraciones públicas.
Después de Romo Garza, quedará poco por hacer; el mesías prefiere un país de pobres, casi de mendigos que le vivan agradecidos por las dádivas que salen del presupuesto público, de la cancelación de obras, recortes presupuestales, subejercicios, decomisos, chantajes, persecuciones, remates de bienes públicos, fideicomisos, eliminación de programas productivos del campo, energía, carreteras, telecomunicaciones, la no compra de medicamentos, el despido de miles de burócratas y en el consecuente deterioro de los servicios públicos.
Eso, la pobreza es lo que le viene “anillo al dedo” a la Cuarta como lo dice la impresentable Irma Eréndira Sandoval, su marido y hermano, porque de la miseria se nutren los morenos, de la necesidad humana, porque sí saben qué hacer con ella, explotarla en favor de un proyecto que lleva al país a zonas no vistas hace muchos años.
Por eso el caudillo de Macuspana presume que se consolida su proyecto, por los niveles de miseria que habrán de crecer. Ahora ya sabe qué hacer con los ricos, desaparecerlos para quedarse con un país empobrecido, mendigante que justifique la incapacidad a cambio de la dádiva. Bueno, también le sirven los leales para darles concesiones y le retribuyan impuestos para mantener los programas clientelares. Que se despachen lo que quede.
También por eso porque a López no le interesa un país pujante en lo económico es que le importan muy poco los muertos por la pandemia o los asesinados por los criminales que solapa; son parte de la violencia que necesita para cubrir sus hullas autoritarias.
Menos le importa el cierre definitivo de más de un millón de MiPymes que dejarán sin trabajo a 4.12 millones de trabajadores y que formaban parte de ese 87 por ciento de la economía a que se refería Alfonso Romo, situación que hará peligrar como advierte Alejandro Díaz de León, Gobernador del Banco de México, el crédito de las empresas y hogares, por la falta de ingresos.
De los 4.86 millones de MiPymes registrados en los Censos Económicos 2019, el Estudio sobre la Demografía de los Negocios (EDN) 2020 del INEGI estima que sobrevivieron 3.85 millones mientras que un millón 10 mil 857 establecimientos, es decir 20.81 por ciento, cerraron sus puertas definitivamente. En los negocios que bajaron cortinas laboraban casi 3 millones de personas, mientras que los establecimientos sobrevivientes tuvieron una disminución de 1.15 millones de ocupados.
Así, conforme a estimaciones de la calificadora Standard and Poor’s (S&P), la recuperación económica de México será una de las más débiles en los mercados emergentes. Pero eso, no le importa al caudillo de Tepetitán; un México pobre es lo que más conviene a su proyecto.