Yo Campesino / ¡Da pavor! – Opinión

Sin ser presidente, López Obrador intentó asaltar el poder. Hoy ¿Qué haría para conservarlo?

Sin ser presidente, López Obrador intentó asaltar el poder. Hoy ¿Qué haría para conservarlo?

Miguel A. Rocha Valencia

El primero de diciembre de 2006, cegado por la ira y frustración, el Pejelagarto ordenó a sus huestes tomar la tribuna del Palacio Legislativo de San Lázaro e impedir que Felipe Calderón Hinojosa protestara como presidente de la República.

En ese entonces, quien ya se sentía Mesías, no contaba con la mayoría del Congreso y no obstante estuvo a punto de lograr su objetivo alegando ser víctima de un fraude electoral que al final no pudo comprobar y, mediante ardides y fuerza, Calderón Hinojosa protestó y asumió la presidencia de la República.

A pesar de ello, el caudillo de Macuspana desconoció al gobierno, se declaró y protestó presidente legítimo, bloqueó por meses el Paseo de la Reforma, instaló su propio gabinete y llamó a la resistencia civil.

Para entonces el Ganso tabasqueño carecía del dinero, poder y recursos para imponer su verdad y, aun así, provocó enfrentamientos sociales, mandó al diablo a las instituciones y condenó a todo aquél que legitimara al presidente Constitucional.

Desde entonces supimos que además de iletrado e incapaz para gobernar, el tlatoani era un peligro para México. Durante esos años López “atesoró” rencores contra todos, especialmente las instituciones y los personajes a los que culpó por no entregarle el poder. Los llamó mafia.

Fueron los errores, corruptelas y excesos de la clase gobernante, los que le facilitaron el camino y con la consolidación de apoyos para ir a una vuelta más, y tras pactar con los que se iban donde participó Donald Trump, consiguió treparse a la máxima magistratura del país explotando precisamente los yerros de sus antecesores y el enojo de una sociedad harta.

Dos años después de asumir el poder, comprobamos lo que temíamos: López Obrador, es un peligro, es lo peor que le pudo suceder a México en todos sentidos. Todo lo que criticó de los “otros” lo practica, pero con cinismo y hace suya la ley para justificarse.

Las cuentas a pesar de que él tenga otros datos, son claras, la peor caída económica, una infame gestión de la pandemia, un injustificado apapacho a la criminalidad y una corrupción que todos los días aflora entre su mediocre personal de la Cuarta.

Pero, además, continúa con el mismo discurso. Todo fuera de él es corrupción y fraude. Así lo habrá de alegar si a pesar de los casi 2 billones y medio de pesos que le meterá de recursos públicos a la elección de julio próximo, pierde la mayoría de la Cámara de Diputados.

No va a reconocer otra cosa que el triunfo. La derrota no está entre sus planes y lo peor, no habrá de dejar el poder. Para eso necesita al Congreso de su lado como ya tiene al poder Judicial y a las fuerzas armadas a las que intenta comprar dándoles dinero, concesiones, negocios e impunidad.

Lo que vimos ayer en Estados Unidos donde era impensable un ataque a la democracia como la revuelta que amenazó al Congreso, se daría en México. Estamos seguros. Faltan cuatro años de la actual pesadilla gubernamental y ya desde hoy, se dan las señales de un Ganso que pretenderá mantenerse en el poder alegando ser el mesías, el profeta de la Cuarta Transformación que hundirá al país en el caos, pobreza, autoritarismo y por qué no, la violencia fratricida.

Allá hay instituciones tan firmes que son capaces de decir no al presidente en turno, aunque sean del mismo partido. Acá, no hay resistencias, los organismos electorales, debilitados, los poderes de la unión sometidos, gobernadores y asociaciones civiles ninguneados. ¿A qué le tiramos?

Al Ganso de Palacio Nacional no le va a importar si en ese afán caen víctimas. NO le importan los 60 mil muertos de la violencia ni los 130 mil fallecidos por la pandemia. Su objetivo es claro, lo ha dicho, consolidar un régimen que sólo nos ha traído retrocesos en todos sentidos, incluyendo la corrupción.

También, puedes leer: Yo Campesino / 4T lo peor – Opinión

Tampoco le importa la opinión de otros a los que acusa de neoliberales, intelectuales orgánicos, conservadores, enemigos de los pobres, corruptos y todo cuanto le es posible decir en sus mañaneras que se convierten en cadalso para los opositores. Yo soy la Ley, nos lo dice todos los días.

Da temor; la pandemia en uno o dos años habrá de ceder, habrá muchos sobrevivientes, la mayoría, pero la Cuarta podría cobrar más víctimas y durar más tiempo de lo que millones de mexicanos deseamos. Quisiéramos estar equivocados, pero…

 
 
 

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