• Al ganso no le importan los niños porque no votan, y menos los difuntos por cáncer
Miguel A. Rocha Valencia
Nada qué celebrar en el Día Internacional del Cáncer Infantil y sí mucho que lamentar por un gobierno al que no le importa que año con año se sumen entre cinco mil 500 a seis mil casos de personitas enfermas de entre cero y 18 años de edad, ni que cada 365 días la mortalidad pasara de dos mil 150 a dos mil 450 en promedio anual en la última década.
Desafortunadamente son los niños enfermos más pobres los que mayormente fallecen al carecer de recursos para tratamientos, estudios y reactivos. En suma, por falta de atención.
De acuerdo con los datos del mismo gobierno federal y el Consejo Nacional de Población existen en el país alrededor de 48 mil menores enfermos, de los cuales más del 60 por ciento, es decir cerca de 30 mil carecen de cualquier tipo de seguridad social; algunos de ellos, están abonados a los institutos y hospitales públicos, pero sin acceso a tratamientos, estudios o al menos sucedáneos.
A ello se debe que esta enfermedad, considerada entre las “catastróficas” y cuyo fondo fue cancelado por el profeta de la 4T en complicidad del grupo mayoritario de Morena en el Senado en noviembre de 2019, haya incrementado su nivel de letalidad entre niños y adolescentes. A tal grado que el cáncer se convirtió en la primera causa de fallecimiento entre menores de 14 años.
De hecho, con la llegada del Insabi en sustitución del Seguro Popular, “gracias” a las reformas dictadas por el ganso y aprobadas “sin quitarle una coma” por 67 votos morenistas, contra 22 de la oposición y las cómplices 14 abstenciones del PRI, 66 enfermedades cuya atención es cara, dejaron de tener gratuidad en el sector público y se convirtieron, como el cáncer y VIH, en una carga familiar tan onerosa que de plano miles mueren prematuramente por no tener para pagar los tratamientos.
En tiempos neoliberales, en nivel de fallecimiento se mantuvo estable dada la gratuidad de la atención sobre todo en los institutos especializados de la secretaría de Salud y sus similares estatales, pero a raíz de las reformas, se cancelaron los 40 mil millones de pesos con que contaba el Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos.
Como siempre, el argumento fue una presunta corrupción que hasta hoy no se ha comprobado. Lo peor es que se aplicó en paralelo a la supresión de contratos de medicamentos para las instancias de seguridad social como IMSS, ISSSTE, Fuerzas Armadas y Pemex.
Y aunque no lo dice explícitamente, el Inegi reportó un sobre fallecimiento de mexicanos por diversas enfermedades que se sumaron a los muertos de más a causa de la pandemia de SARS-CoV-2 y sus secuelas. De hecho, la institución reportó el año pasado cerca de 700 mil víctimas de más, directas e indirectas, o sea incluyendo a quienes perecieron de crónico degenerativas por ausencia de atención, medicamentos, estudios o tratamientos (reactivos y materiales para quimios, análisis, intervenciones quirúrgicas y hasta radiografías).
En su lugar, el mesías tropical ordenó la creación del Fondo de Salud Bienestar que al igual que el Insabi, no cumplen su función, a grado tal que ahora se sumó al IMSS-Bienestar con la infraestructura de fondo tripartita del Seguro Social para dar atención especialmente en zonas marginadas, pero sin los recursos necesarios para equipamiento, materiales y medicamentos.
El Fondo de Enfermedades Catastróficas desapareció y sus recursos se sumaron a los programas clientelares de la 4T, o al menos eso dijeron como sucedió con los dineros de mínimo 25 fideicomisos entre los que se cuentan el de Cultura, el de Desastre Naturales y hasta el de aduanas.
A ello se sumaron los cerca de 75 mil millones de pesos que ilegalmente salieron de la cancelación de compras de medicamentos para derechohabientes del tripartita IMSS e ISSSTE, así como los subejercicios de la secretaría de Salud, que con la pandemia “anillo al dedo” se destinaron a la dádiva institucional, pero no a solucionar problemas derivados de enfermedades y sus tratamientos.
De hecho el propio Inegi y el reporte de las Encuestas Nacionales de Salud de la SSA reportan que a raíz de la cancelación y posterior “reserva” de contratos en la compra de medicamentos, el número de mexicanos sin acceso a la salud aumentó en 15 por ciento y la mortandad derivada de secuelas de desnutrición se incrementaron, hecho en el que influye el encarecimiento de la canasta básica y la incapacidad de adquirir fármacos ya de por sí inaccesibles para los más pobres y peor porque también subieron de precio.
Pero a cambio de ello, el caudillo de Macuspana acusa a los papás de niños con cáncer de hacer politiquería y hasta conspirar contra su gobierno. Queda claro que los enfermos y los muertos no son siquiera parte de una estrategia política de la 4T. Simplemente no le importan.