Urge un esfuerzo colectivo – Opinión

Por Erika Solorio

El clasismo es un fenómeno perjudicial que no solo socava la cohesión social, también viola los derechos humanos fundamentales. El problema es multifactorial; y erradicarlo, es responsabilidad de todas y todos.

Abordar las desigualdades requiere un esfuerzo colectivo y sostenido de la sociedad, que incluya la implementación de políticas públicas, leyes, educación, sensibilización y defensa de los derechos humanos. Un enfoque integral es necesario para construir una sociedad más justa e igualitaria.

El clasismo es una forma de discriminación y exclusión basada en la clase socioeconómica, tiene profundas implicaciones para la formulación y la implementación de políticas públicas.

Estudios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) destacan la gravedad de la desigualdad en la que viven muchas personas, lo que afecta severamente en el cumplimiento de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible. Los gobiernos deben acelerar su cumplimiento o solo quedará en buenas intenciones.

Urge un esfuerzo colectivo – Opinión

El problema incesante puede influir en diversas áreas, como la educación, la salud, el empleo y la vivienda, y podría perpetuar la desigualdad social si no se abordan adecuadamente.

Es importante garantizar el acceso a servicios, muchas políticas pueden favorecer a grupos socioeconómicos más privilegiados, lo que contribuye a una distribución desigual de los recursos.

Por ejemplo, la inversión en infraestructura y servicios en áreas de mayores ingresos puede dejar desatendidas a las comunidades de bajos recursos.

Las políticas educativas que no consideran las necesidades de las comunidades vulnerables pueden acentuar la desigualdad. La falta de acceso a escuelas de calidad y recursos educativos adecuados limita las oportunidades de desarrollo para los estudiantes de clases bajas. Además, afecta a la economía de los países.

Violencia y discriminación: Las comunidades de menores recursos suelen ser más susceptibles a la violencia, ya sea por parte de la delincuencia. Esto puede incluir violencia policial discriminatoria.

Estigmatización: Las personas de clases desfavorecidas a menudo sufren estigmas que las etiquetan como “inferiores” o “incapaces”, lo que puede resultar en actitudes hostiles y victimización, violando su derecho a la dignidad.

Es importante trabajar en la inclusión, la marginación no tiene razón de ser. Las voces de las clases más vulnerables a menudo son excluidas de los procesos políticos y de toma de decisiones, lo que afecta su derecho a participar en la vida pública y política de sus comunidades.

El respeto a los derechos humanos de todas y todos en cualquier rincón del mundo sin importar la condición de las personas es importante.

La promoción de la educación inclusiva y la sensibilización sobre los derechos humanos pueden ayudar a evitar las percepciones clasistas y fomentar la empatía hacia todas las personas.

El discurso de la justicia social no es de la época contemporánea, ya en la antigua se hablaba de ello, el bien común es para todas y todos. No fomentemos el clasismo.

Por Viviana Erika Solorio, activista de derechos humanos, asesora política, comunicóloga social. Mtra. Administración y Políticas Públicas con Enfoque en Gestión Política.

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