Opinión
A diferencia del significado simbólico con el cual se reconoce a los elefantes en todo el mundo (de sabiduría, buena suerte, protección, abundancia, paz, felicidad y amistad, entre otras características), el que se incrustó en el Instituto Nacional Electoral desde junio del año 2023 se ha convertido en un lastre de ineficiencia e improductividad, primero para la Coordinación Nacional de Comunicación Social y ahora para la Unidad de Transparencia. O sea, en un elefante blanco.
Y así ha sido desde que la Consejera Presidenta del INE Guadalupe Taddei decidió instalar a este peculiar personaje como Director de Información, sin que tuviera trayectoria en el periodismo o la comunicación, y ni siquiera un ápice de conocimientos en torno al manejo de la información política electoral.
Desde un principio, José Luis Arévalo Romo quiso distinguirse del reconocido periodista José Luis Arévalo Piña, quien incluso ha sido corresponsal de guerra y conductor de diversos programas televisivos y radiofónicos, para hacerse llamar sólo como “José Romo”.
Quienes han tenido el infortunio de tratar con este elefante blanco (periodistas, reporteros y enlaces de programas) narran que nunca ha respondido a sus requerimientos informativos.
Un elefante en el INE – Opinión
De esta forma ha transcurrido la “gestión laboral” de José Romo en Comunicación Social del INE. Con una remuneración mensual neta cercana a los 99 mil pesos, nadie tiene idea de cuál fue su aportación a las funciones propias de la Dirección de Información. Eso sí, se lo ve paseándose cadencioso de un extremo al otro del INE, y hasta con un lugar especial en el salón de sesiones del Consejo General.
Quienes han trabajado cerca de él, han ilustrado de manera significativa la aportación de José Romo con un puntual comentario: “Ha sido difícil avanzar con un elefante encadenado al pie”.
Para directivos, periodistas, reporteros y personal operativo, José Romo se ha convertido, como el elefante blanco, en un ser “no deseado” e “inútil”, en alguien ya “demasiado deteriorado” para cambiarlo y muy “costoso de mantener”, porque además nunca cumplió con el trabajo para el cual se le contrató.
Sin embargo, la Consejera Presidenta lo ha promovido como nuevo titular de la Unidad de Transparencia del INE. Una atroz e insensata recompensa a la ineficiencia, la improductividad y la ignorancia, con un alto costo para el presupuesto de la institución, pues este elefante blanco percibirá ahora un salario cercano a los 135 mil pesos mensuales.
A ver si en sus afanes de promoción electoral, a la ministra Yazmin Esquivel no se le ocurre ir a defender a este elefante blanco del INE, como sí lo hizo con la elefanta Ely, del zoológico de San Juan de Aragón, a la que se le concedió un amparo para que fuera tratada dignamente.