Sobrevivir la vecindad México – EU – Opinión

Sobrevivir la vecindad México - EU - Opinión

Por Óscar Sánchez Márquez

La llegada de Joe Biden Jr. a la presidencia de los Estados Unidos cambia la ruta de entendimiento diplomático, comercial y de cooperación con la actual administración que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

El trato ya inició con un nuevo sendero de viejos riesgos y amenazas para el  gobierno actual, que tenía otros planes. Fincaba sus esperanzas  de una relación cómoda y de beneficio interno en gran medida si  Donald Trump se mantenía como jefe de la Casa Blanca.

Por lo contrario, lo que no cambia, sino que se reafirma,  es la naturaleza de una relación históricamente basada en la disputa por el respeto a la soberanía de nuestro país. Suena obvio, pero esa ha sido el sello histórico de la relación.

En su libro “Vecinos Distantes”, Un Retrato de los mexicanos, el periodista británico Alan Riding estudio la cultura y el pensamiento de los mexicanos para entender la relación bilateral México-Estados Unidos y ese profundo estudio le hizo llegar a la conclusión, dolorosa pero no desmentida, de que el trato México-EU, más que de respeto, entendimiento o colaboración genuina, ha sido desigual, con muchos prejuicios de por medio y una absoluta  conveniencia para los vecinos del norte.

Sobrevivir la vecindad México – EU – Opinión

A Estados Unidos siempre le ha interesado que en México haya estabilidad y que se evite, al costo que sea, que ciertas ideologías de la izquierda generen incertidumbre y riesgos para sus intereses. La moneda de cambio en ese contexto siempre ha sido la soberanía de México. Cuando pretenden lograr algo, entra la llave injerencista.

Estados Unidos  toleró e incluso auspició que la política y la gobernanza en México hiciera a un lado procesos democráticos de fondo. Toleró un modelo político, ahora caduco y rancio, que le servía a sus intereses.

Así se explica que por décadas el discurso oficial mexicano se fundamente en el respeto a la soberanía, a la no injerencia, al respeto a las cuestiones internas que son propias. Hoy esa retórica diplomática se volverá a escuchar con insistencia, porque la llegada de Biden no está en línea con lo que planeó AMLO. La mañanera del jueves es muestra de ello.

Si Riding construyó el concepto de “Vecinos Distantes” para mostrar cómo se ven históricamente los estadunidenses frente a los mexicanos y a la inversa, otra analogía actualiza esa concepción tomando en cuenta la transformación en la relación, donde  el fondo sigue siendo el mismo.

Hoy esa relación de define como de “extraños  íntimos”, a decir del politólogo y académico  Andrew Selee, fundador del Instituto México del Centro Wilson de Washington.

La interdependencia lograda con el paso de los años entre uno y otro país dio paso a esa relación, que no es de ninguna manera una  fusión de objetivos,  mucho menos de hermandad, todo lo contrario. 

Dicho lo anterior, la Presidencia de Biden viene a mover el esquema de López Obrador en su estrategia de relación con EU. Es raro, pero una parte importante de la fuerza del gobierno de la 4T radicaba en Trump como presidente.

Eso explica, de origen, el que López Obrador, haya sido renuente a  felicitar al demócrata por su triunfo, cuando todo el mundo lo hacía, y no lo hizo bajo el argumento de la no intervención en el proceso electoral norteamericano. Hoy  el presidente retoma el discurso de respeto a la soberanía de México, a la defensiva, no proactivo.

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Para México se vienen cambios sustanciales por la sencilla razón de que el gobierno demócrata de Baiden y Kamala Harris, es pragmático, claro y contundente. Es decir, no se andará por las ramas, de hecho, ya comenzó a dar muestras de por dónde caminará el trato con México.

La cancelación de la construcción del muro de hierro y concreto  que divide la frontera Estados Unidos con México no es un gesto  para nuestro país, y menos para el gobierno de López Obrador.

Es,  ante todo, la evidencia de que busca acabar con todo rastro de lo que haya hecho Trump. El tema del muro pone fin a acuerdos oficiales y de facto entre el presidente mexicanos y el saliente Trump.

Con Biden el preside López Obrador tendrá que empezar de menos cero, a pesar de la llamada telefónica que le hizo a destiempo AMLO desde Valladolid, Yucatán, hace unas semanas y del beneplácito del pasado miércoles por el juramento como presidente  de los Estados Unidos Mexicanos. La relación entra al carril histórico de fuerza.

No  se trata de generar malos augurios para México, sino de poner las piezas del rompecabezas de la relación bilateral en su justa dimensión.

Continuidad no habrá; cooperación sí, pero bajo los nuevos criterios de la gestión Baiden, muy distantes de los que había apalancado AMLO con Trump; como ejemplo están ahora  las nuevas medidas en materia de control migratorio, de protección al medio ambiente, de erradicación de uso de recursos energéticos fósiles, respecto a equidad salarial al amparo del TLC, entre otros.

Hoy en día existe una relación binacional que ha pasado del menosprecio y minimización, por no decir clasismo y racismo contra México, a una creciente interrelación, sobre todo en materia comercial, pero los intereses de Estados Unidos son los mismos que hace cien años, por ejemplo: que en México haya estabilidad,  y ahora con  democracia, equidad, justicia, libertades, con gobiernos no demagógicos, totalitarios o neopupulistas que pongan en riesgo a la región.

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