Por Óscar Sánchez Márquez
El municipio de Salvatierra, Guanajuato, fue descubierto en las últimas horas como la más reciente herida por donde sangra el país.
La puesta al descubierto de una amplia zona de fosas clandestinas en las que han sido descubiertos, desenterrados y recuperados los restos humanos de 59 personas, revela al mismo tiempo el horror en el que se ha sumido a esas tierras del centro del país.
México es una gran fosa común, se repite con insistencia por parte de mujeres y hombres que caminan por todo el país en busca de sus seres queridos desaparecidos y que en los últimos años han sido testigos de cómo la impunidad, el crimen organizado, la indolencia gubernamental e incluso el silencio cómplice de la propia sociedad, han hecho de este país una gran tumba clandestina.
¿Qué es lo que le ha pasado a México y a los mexicanos para que este nuevo descubrimiento de 59 asesinatos y la Inhumación clandestina de los cuerpos sea solo una noticia y no un motivo de reclamo nacional?
¿En qué momento normalizamos la desaparición de nuestros propios connacionales y lo minimizamos a un fenómeno de criminalidad? ¿Por qué la sociedad, toda, no lo ha denunciado como el fracaso del Estado como garante de los derechos fundamentales de todo ciudadano?
Los restos de 59 personas muertas y enterradas en forma clandestina en medio de matorrales y pastizales en el centro de Salvatierra es un llamado a la conciencia nacional para que nuestro país no siga sangrando por esas heridas sociales que son las fosas clandestinas de donde supuran el dolor, miedo, impotencia, horror y desesperanza.
Es muy pronto para identificar los restos de esas 59 personas sepultadas casi a flor de tierra, pero lo cierto es que sus respectivos casos vienen a engrosar esa larga lista de personas asesinadas y desaparecidas en los últimos años, como si se tratara de objetos y no de seres humanos.
Salvatierra, sin embargo, es solo un pequeño islote frente a esa gran extensión territorial del país ensangrentada que está bajo el control de la delincuencia y el crimen organizado, que son en gran medida los responsables de esos asesinatos y desaparición de personas.
De acuerdo con datos de diversas dependencias de los gobiernos municipales, estatales y federal, hasta julio pasado se tenía el registro de 73 mil 234 personas desaparecidas a nivel nacional. El mayor incremento se ha dado desde 2006 a la fecha.
Tan solo en los primeros seis meses del 2020 en Guanajuato se han registrado 2 mil 400 personas desaparecidas, la mayoría de ellos hombres y un alto porcentaje menores de edad. Una tragedia dentro de otra tragedia.
El descubrimiento de los restos humanos el fin de semana en Salvatierra, Guanajuato, fue producto de denuncias de vecinos que observaron movimientos raros en la zona, un acto de valentía que no es común observar en muchos casos, ya sea porque priva el miedo, las amenazas o la complicidad.
Guanajuato era el territorio controlado por uno de los criminales más sanguinarios que fue capturado este año, quien tenía a gran parte de su familia involucrada en los ilícitos. Se trataba de una familia criminal.
Con una varilla de acero y unidades caninas, los cuerpos de seguridad estatal y nacional lograron encontrar ahora las fosas clandestinas en ese municipio colonial, de donde han extraído restos de hombres y mujeres, la mayoría jóvenes.
En Salvatierra fue necesario realizar 52 puntos de excavación, de donde emerge el horror de la muerte, la impunidad y el dolor por un país que sangra frente a la indiferencia de gran parte de las autoridades locales y federales, fosas que hoy se suman a las 3 mil 976 que se tenían registradas hasta principios de este año.