“La historia, el tiempo y la política nos muestran siempre de manera clara que lo que mal empieza, mal termina. El juego de la sucesión presidencial del 2024, inédito en cuanto a que será la transición de un gobierno autodefinido de izquierda y caracterizado por un poder presidencial centralizado como hace mucho no se registraba, comenzó ya por un camino empedrado de trampas, ilegalidades y guerra sucia. La sucesión presidencial es la disputa por el poder, el máximo poder del país. Lo que está en juego no solo es la titularidad del Ejecutivo Federal o de los Poderes de la Unión, sino va más allá: Es el poder estar en la Silla del poder; cuasi una silla imperial, portar la Banda Presidencial que brinda omnipresencia y omnipotencia. Por esto, la sucesión se traduce en una lucha encarnizada, donde lo legal es superficial, pero en lo real se dan por debajo de la mesa: traiciones y deslealtades".