Por Oscar Sánchez Márquez
¡Alto! Prensa, no disparen…
La consigna lanzada el jueves frente al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, en Tijuana, Baja California, a manera de homenaje y al mismo tiempo de denuncia por el asesinato de periodistas en México, es, sin temor a equivocación, el punto de quiebre del actual gobierno de la República.
Al momento en que periodistas que cubrieron su conferencia mañanera en las instalaciones militares en la frontera norte del país, lanzaron con solemnidad plena el ya icónico “P R E SE N TE “, en memoria de los comunicadores caídos, en realidad marcaron el sexenio de la 4T.
Detrás de esa expresión de ”P R E SE N T E “, fuerte y contundente desde el punto de vista del simbolismo político, deja para el presente y futuro la marca de la 4T, del Gobierno de izquierda que representa, del presidente, del Estado frente a crímenes impunes y de la autoridad frente al intento de socavar la libertad de expresión.
El PRESENTE que se escuchó desde Tijuana y para todo el país, en voz de los periodistas, es la respuesta a la impunidad, desdén, incapacidad, complicidad, rencor, odio, falta de capacidad, clasismo, indolencia, omisión, falta de respeto, pero sobre todo de menosprecio a los medios de comunicación.
No fue una simple consigna, fue el sello de la 4T, que se hizo público y que se hizo en forma de denuncia, por el hartazgo de los asesinatos de colegas.
La relación prensa-poder nunca había llegado a los actuales niveles de distancia y desdén.
Lo que se vio y se escuchó en voz de los periodistas locales de Tijuana y nacionales fue el punto de mayor tensión entre el poder institucional y la prensa, uno de los contrapesos necesarios en cualquier democracia y régimen de libertades.
Una prensa que ha visto, una y otra vez, dolerse por los compañeros periodistas asesinados, mientras que de parte de las autoridades de los tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal, solo existe el hueco e hipócrita compromiso de investigar y hacer justicia.
En un hecho inédito, sin parangón en la historia reciente, quienes han sido testigos de la historia son ahora protagonistas de un reclamo de justicia luego de que decenas de periodistas han sido ejecutados en los últimos años, pese a que los gobiernos, este y los anteriores, se empeña en asegurar y hasta presumir su programa de protección a periodistas.
Como nunca antes visto, hoy son los representantes de los medios de comunicación quienes no sólo toman las plazas públicas en demanda de justicia de sus compañeros caídos con la convicción de que “no se mata la verdad, matando periodistas” sino que, además, en un clamor de justicia nuestros colegas ya se manifestaron en la Cámara de Diputados y en la Cámara de Senadores.
En esta lucha, mientras el presidente López Obrador usa la tribuna de su conferencia de prensa en Palacio Nacional para dirimir diferencia con el periodista Carlos Loret de Mola, a lo largo y ancho del país es creciente la indignación del gremio periodístico por la ausencia de garantías mínimas para el ejercicio de una profesión que, de suyo, es considerada como de alto riesgo.
Apenas el 25 de enero pasado, decenas de periodistas marcharon en la Ciudad de México para que el asesinato de 30 periodistas en el presente sexenio no quede impune, en actos que se replicaron en un total en 30 ciudades de 27 estados del país, en los que con altares, marchas y veladas se reclamó justicia para Lourdes Maldonado, Margarito Martínez Esquivel, José Luis Gamboa Arenas, Heber López Vásquez y Roberto Toledo, los cinco periodistas asesinados tan solo en lo que va del año.
Apenas en Palacio Nacional, convertido en una caja de resonancia del clamor de justicia, periodistas que cubren la conferencia mañanera del presidente López Obrador hicieron un pase de lista de sus compañeros muertos, mientras que también decidieron no hacer preguntas al presidente como muestra de repudio a las acciones de violencia en contra de los representantes de los medios.
Son tiempos inéditos y de lucha de consciencia por la libertad de expresión, porque, como dice la consigna: “No se mata la verdad, matando periodistas”.