Por Erika Solorio
Recientemente conversando con una abogada penalista, me hizo saber sobre la situación tan lamentable por la que atraviesan muchos menores de edad que se encuentran en orfandad, ya que no existen los programas suficientes para atender las causas. Es un problema mundial multifactorial.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) destaca que hay 100 millones de niñas y niños abandonados en todo el mundo, 40 millones habitan en América Latina. ¡El horror de las cifras!
Los menores de edad en orfandad tienen derechos humanos, y no deben de ser violentados, los especialistas en políticas públicas deben de coadyuvar para prevenirlo, a través de la elaboración de programas con un enfoque transversal.
Las niñas, niños y adolescentes en orfandad se encuentran sumamente vulnerables, es complicado para ellos no vivir una vida en familia, desafortunadamente diversas circunstancias los han colocado en esta situación de vulnerabilidad. Requieren protección especial para prevenir cualquier forma de abuso, violencia, explotación o discriminación.
Vivir en familia es un derecho humano. Los especialistas destacan que la institucionalización de la niñez debe de ser la última instancia, es necesario preservar la unión familiar y salvaguardar los derechos humanos de los menores. Sin embargo, en ocasiones no es viable que vivan con algún familiar.
Las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a la vida y a la supervivencia, derecho a la salud, derecho a la educación, derecho a tener una familia, derecho a la identidad, por mencionar algunos.
La calidad de vida de los niños en orfandad es un tema de suma importancia que requiere de atención especializada, trabajar en garantizar el bienestar de la niñez es fundamental. Los derechos humanos de todas las personas no tienen que ser violados, resulta importante que todas y todos tomemos conciencia de esta problemática que se vive a nivel global.
La pandemia del Covid-19 también vulnera los derechos humanos de los menores de edad, muchos perdieron a su mamá, papá, o a ambos padres. Los estudios internacionales y nacionales de diversos organismos dejan en claro que la problemática va en aumento y resulta apremiante.
La pandemia “ha tenido un impacto devastador en múltiples aspectos de la vida de las niñas y niños. En primer lugar, muchos de ellos han experimentado la pérdida de sus progenitores, cuidadores y personas queridas, pero también contrajeron la enfermedad y han quedado con secuelas”. (CEPAL, 2023).
Es inconcebible la situación por la que atraviesan millones y millones de niñas, niños y adolescentes; el bien común es para todas las personas. ¡No basta con hablar de derechos humanos!