Los derechos humanos no se suplican, se exigen – Opinión

En opinión de Érika Solorio, los derechos humanos no se suplican, se exigen, por lo que las y los estudiantes, sin importar su origen, merecen respeto y protección.

Por Erika Solorio

La masacre del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, Ciudad de México, es uno de los acontecimientos históricos más recordados con profunda tristeza, indignación y repudio por parte de la mayoría de las y los mexicanos.

¡Hartos de las injusticias!

Hubo represión, matanza y una contundente violación a los derechos humanos. Uniformados: militares y policías y servidores públicos fueron los involucrados.

En las calles de Tlatelolco todavía se siente el dolor. Las paredes de los edificios y los sobrevivientes tienen memoria. Ese fatídico 2 de octubre, miles de estudiantes, maestros e intelectuales exigían libertades democráticas, el fin del autoritarismo y la represión policial.

Los Juegos Olímpicos estaban próximos a celebrarse (del 12-27 de octubre de 1968). El gobierno en turno encabezado por Gustavo Díaz Ordaz quiso mostrar una imagen de estabilidad ante el mundo.

El Estado es el responsable de salvaguardar la seguridad de las personas. Últimamente se escuchan muchas voces hablar sobre los derechos humanos, un tema que había sido olvidado por negligencia por las y los funcionarios; ahora los gobiernos quieren resarcirse y trabajar para respetarlos, es un gran avance ante el retroceso que se ha tenido durante décadas.

Recuerden gobernantes, no solo deben pronunciar discursos bonitos para sus gobernados. Es muy fácil hablar de derechos humanos, pero estamos hartos de discursos vacíos y estériles, así como de ocurrencias e incongruencias.

A más de medio siglo del Movimiento Estudiantil de 1968, seguimos recordando que los derechos humanos no se suplican, se exigen. No podemos permitir una sola herida más contra la juventud. Las y los estudiantes, sin importar su origen, merecen respeto y protección.

Los derechos humanos no se suplican, se exigen – Opinión

26 de septiembre de 2014. En Iguala, Guerrero

43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa fueron desaparecidos, mientras se dirigían a la Ciudad de México para conmemorar el 2 de octubre de 1968. ¡Nos faltan 43!

De hecho, con tristeza, enojo e indignación sabemos que nos faltan miles y miles de personas en el territorio nacional mexicano.

La justicia social se expresa y se pide desde cualquier trinchera: a través de la academia, en las calles, la música, la cultura y el arte. Una servidora utiliza su pluma para visibilizar, la violación de los derechos humanos de niñas, niños, adolescentes, jóvenes, mujeres, hombres y adultos mayores. No podemos quedarnos callados.

“La ONU-DH reitera el firme llamado al Estado mexicano, ya realizado por otros mecanismos internacionales de derechos humanos, a garantizar los derechos a la justicia, la verdad y la reparación integral.

“Al mismo tiempo, la ONU-DH recuerda con aprecio el despertar cívico que, encabezado por la juventud estudiantil, denunció la arbitrariedad gubernamental, apeló a la rendición de cuentas y luchó por construir un país democrático basado en un régimen de libertades a través de la acción pacífica y la reivindicación del diálogo.” (ONU-DH, 2018).

Las y los estudiantes que fallecieron aquel 2 de octubre de 1968 nos recuerdan que no podemos permitir una matanza, nos recuerdan un antes y después en la historia de México; y nos dejaron en claro que nada ni nadie puede violar nuestros derechos humanos.

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