• El Congreso aprobó una Ley de Ingresos récord: 10.1 billones de pesos, más deuda y un IEPS que promete salvarnos de la diabetes… y de la felicidad. Oposición, empresas digitales y hasta abogados internacionales advierten: el gobierno recauda más, pero también se mete más —hasta en nuestras cuentas extranjeras y los hábitos de consumo.
Ernesto Madrid
La Cámara de Diputados aprobó —entre gritos, sarcasmos y refrescos encarecidos— la Ley de Ingresos 2026, un paquete que prevé ingresos por 10 billones 193 mil 683 millones de pesos, y un endeudamiento interno neto de 1.78 billones.
Morena y aliados celebran el “logro histórico” de financiar la transformación con ingresos propios; la oposición lo llama “el impuesto del hartazgo”.
En el papel, México será más rico: los ingresos superarán en 891 mil 667 millones de pesos lo aprobado para 2026. En la realidad, los ciudadanos pagarán esa “riqueza” con más ISR, más IVA y más IEPS.
Los ingresos petroleros aportarán 1.2 billones, una cifra que ni Pemex se cree, mientras que los tributarios alcanzarán 5.8 billones. De esos, el ISR sumará 3 billones, el IVA 1.58 billones y el IEPS —sí, ese que sube los refrescos— 761 mil millones.
“Paquete saludable”, pero no para los bolsillos
El nuevo IEPS a bebidas azucaradas subirá 20.5%. La Secretaría de Salud lo celebra como una cruzada contra la obesidad; los diputados opositores lo llaman “la venganza del refresco”.
El subsecretario Eduardo Clark, con tono de campaña nutricional, explicó que México “es el principal consumidor per cápita de refrescos en el mundo” y que el aumento busca “salvar vidas”. Nadie duda que salvará algo… el déficit fiscal, sobre todo.
Mientras tanto, la oposición asegura que el paquete “no será saludable para los bolsillos” y acusa al gobierno de usar el fisco como instrumento de control: acceso en tiempo real a los datos de consumo, vigilancia digital y una nueva versión del “Gran Hermano Tributario”.
La sesión en San Lázaro terminó siendo más que un debate técnico: Alfonso Ramírez Cuéllar (Morena) retó a Rubén Moreira (PRI), Federico Döring (PAN) y Margarita Zavala (PAN) a subirse a tribuna.
“¡No usen el micrófono para mentirle al pueblo!”, les gritó.
“¡Las mentiras están del lado que dobla la deuda!”, le respondieron.
Y entre acusaciones, el endeudamiento para 2026 se aprobó igual: 20.2 billones de pesos de deuda total —el doble de la que recibió López Obrador.
Ley de Ingresos 2026 aprobada: más impuestos, más deuda y menos refrescos
Empresas digitales: de fiscalizados a fiscalizadores
Mientras los legisladores peleaban por el IEPS, las plataformas digitales fueron arrastradas al ruedo. La iniciativa propone que retengan ISR e IVA a personas morales —algo que ni en los manuales de Hacienda suena lógico.
La firma internacional Baker McKenzie y otras compañías tecnológicas advirtieron que la medida “excede las normas internacionales” y podría afectar sus flujos de efectivo, generar saldos a favor y complicar la devolución de impuestos.
Traducido al español: el SAT les cobrará primero y pensará después.
Las plataformas también alertan sobre la violación al principio de destino del IVA y la posible discriminación a empresas con cuentas en el extranjero. Si se aprueba, tener una cuenta fuera del país será casi tan sospechoso como beber un refresco en horario laboral.
Además, piden un año de gracia para adaptar sus sistemas antes de que Hacienda los sancione. De no hacerlo, algunas podrían suspender operaciones en México, aunque el gobierno ya se frota las manos con la recaudación digital.
Más museos caros, más trámites lentos y más deuda feliz
Como cereza fiscal, los diputados aprobaron también incrementos en la Ley Federal de Derechos: subirán los precios de los trámites migratorios, los accesos a museos y otros servicios públicos. Porque nada dice “transformación social” como pagar más por ver el Museo de Antropología.
En total, esos aumentos dejarán 157 mil millones de pesos adicionales a las arcas federales.
La International Chamber of Commerce México llamó a las empresas a “luchar contra la desigualdad social”, recordando que “las empresas pueden ser la fuerza más poderosa contra la pobreza”.
Quizá el Congreso lo tomó al pie de la letra: hacerlas más pobres para que todos seamos iguales.
La Ley de Ingresos 2026 promete más dinero, más control y más deuda, todo envuelto en la narrativa del bienestar. El ciudadano beberá menos azúcar, las plataformas digitales harán de cobradores del SAT y el gobierno presume una “transformación sustentable”… sostenida con impuestos.
Porque si algo aprendió la 4T, es que el endeudamiento también puede ser un acto de fe —y de recaudación.
@JErnestoMadrid
jeemadrid@gmail.com