Las noticias falsas, amenaza a la gobernabilidad – Opinión

En la guerra de la información no verificada, la verdad y la credibilidad están en peligro.

Por Oscar Sánchez Márquez

Frases como “son hechos alternativos”,  acuñada por el primer vocero del presidente Donald Trump o la era de la posverdad, la realidad más allá de lo real, han cobrado fuerza en la sociedad global sin que hasta ahora nos hayamos detenido a pensar en lo que representan y el riesgo que conlleva normalizar la mentira como un estilo de vida.

Hoy vamos a hablar de las fake news o las noticias falsas para tratar de dimensionar que la sociedad contemporánea se encuentra en el umbral de uno de los mayores peligros que haya generado la posmodernidad: la mentira como estilo de vida y la mentira como el arte del autoengaño.

Un primer dato que es necesario colocar en este debate es que para el 2022 más de la mitad de toda la información que circule en todos los ámbitos, públicos y privados, será mentira.

Es decir, usted, yo, todos nosotros estaremos inmersos en mentiras tras mentira. No sólo en las noticias, o en las redes sociales, sino en la conversación diaria.

Otra frase atribuible al propio Donald Trump apunta: Las noticias falsas son el enemigo…

Lo cierto es que, como dijo el laureado escritor norteamericano Dennis Lahan, “Todos nos creemos las mentiras que nos consuelan más que la verdad”.

“La falsedad se difunde significativamente más lejos, más rápido, más profunda y más ampliamente que la verdad en todas las categorías de información revela un estudio del Institute Tecnology of Massachusetts.

Las fake news tienen un 70 por ciento más de probabilidades de ser replicadas.

Permítame poner un ejemplo como vamos normalizando una conducta perniciosa que, lejos de preocuparnos, nos genera placer o regocijo, no preocupación, y mucho menos protesta generalizada.

A principios de la pandemia de coronavirus ocurrió un fenómeno, se originó en Asia, luego pasó a Europa, llegó a Estados Unidos y luego en México: Me refiero a la escasez de papel higiénico, papel de baño.

Todo mundo acudió a los centros comerciales a abastecerse de ese insumo, pero pocos, o nadie, sabía en realidad por qué lo hacían. Simplemente se daba una sobredemanda de papel de baño.

El origen de ello, hasta ahora no del todo conocido, es que a principios de la Pandemia en países de Europa surgió una noticia en redes sociales que daba por hecho, sin menor rigor científico-académico, que un síntoma de Covid-19 era la diarrea. Por ello, en Europa se corrió ese rumor generado en redes sociales y la sociedad lo asumió como una realidad. Entre una psicosis que compra y las noticias falsas, el mundo se volcó por el papel de baño.

Investigadores del Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts han llevado a cabo un estudio que ha demostrado que las noticias falsas tienen un poder preocupante, pues llegan a mucha más gente que la información verídica y pueden incluso alterar el criterio para distinguir entre lo que es cierto y lo que es falso. 

Más allá de los casos anecdóticos, la realidad es que las fake news constituyen un problema de gobernabilidad y de estabilidad democrática.

Se quiere imponer una visión del mundo de acuerdo a ideologías o intereses y son usadas para la comisión de delitos.

En la guerra de la información no verificada, la verdad y la credibilidad están en peligro.

El fin de las certezas nos llevará a crear generaciones de desconfianza.

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