Ernesto Madrid
“No veo el que vayan a ver asesinatos políticos como el que se dieron en algún tiempo, toco madera, y no veo que se vuelva a la época en que dominaban los de la delincuencia organizada, no veo hacia adelante un narco Estado”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador al descartar que la delincuencia pueda inmiscuirse en las elecciones.
No obstante, hay muchas señales de lo contrario, la más inmediata, las advertencias del Instituto Nacional Electoral (INE) y autoridades de seguridad del gobierno federal que acordaron medidas para garantizar la protección a candidatos y candidatas, así como en eventos como los debates.
De no ser cierto, ¿cómo se explicaría el presidente los 177 mil 942 homicidios dolosos en 62 meses de su gobierno? y su insistencia de que México era un país pacífico y que la incidencia delictiva se ha ido reduciendo, como lo reiteró el lunes pasado el periodista Jorge Ramos que le dijo que es “el presidente con las peores cifras desde la Revolución”.
¿Cómo justificar las y los 102 candidatos que fueron asesinados en las elecciones de 2021 de los cuales 36 eran candidatos o precandidatos, 29 hombres y 7 mujeres, según datos que de la consultora Etellekt?
No por nada, diversos especialistas advierten que estas elecciones de 2024 serán las más violentas que se haya tenido registro, pues en lo que va del actual proceso electoral, han sido asesinados en nuestro país al menos nueve políticos, de los cuales la mayoría eran precandidatos a algún cargo de elección popular.
Por algo el analista Rubén Aguilar advirtió en su columna de Animal Político, que las estadísticas apuntan a que este proceso electoral podría rebasar las alarmantes cifras de aspirantes a políticos asesinados en la elección federal anterior, es decir, la de 2021.
Anote usted a lo anterior, la preocupación de Estados Unidos en donde el exfiscal general de los estados Unidos William Pelham Barr advirtió, antes de las trágicas elecciones de 2021 que “siempre -les- ha preocupado que el gobierno de México vaya a compartir la soberanía con los cárteles y llegar a un modus vivendi con ellos”, lo cual no es casualidad ya que la política, es el difícil arte entre lo posible y lo deseable.
Por eso no resulta casual, porque en política, nada es fortuito y en tiempos electorales, no hay coincidencias, que la información que desmintió el periodista Ciro Gómez Leyva sobre los nexos del López Obrador con el Cartel de Sinaloa en la elección de 2006, que lo habrían financiado, este buscando presentadores de medios, que apoyen su narrativa de que todo es un ‘complot’ en su contra.
Vamos porque las fuentes, en un trabajo periodístico, tiene la misma validez incluso legal, que los documentos, videos, audios, que dan un hecho consumado y más si las revelaciones de la investigación llevada a cabo por la DEA, una agencia que depende del Departamento de Justicia estadounidense —no del Departamento de Estado como erróneamente señaló López Obrador— es solo, una señal más de un largo esbozo de información sobre el presunto matrimonio entre funcionarios de la cuatroté y el crimen organizado.
Y así, incluso lo reconoció el propio presidente al señalar que probablemente terminaría su sexenio con un acumulado de 190 mil homicidios, y admitió que “ya no me va a alcanzar el tiempo” para resolver la crisis que en los días de su campaña había prometido arreglar en cuestión de meses, dicho más claro la realidad es contraria a lo que dice, donde se vea hay registro de violencia desbordada y ahí mismo, hay muertos e impunidad, sin contar la corrupción.