Por Óscar Sánchez Márquez
Cuando los presidentes de México y Argentina, Andrés Manuel López Obrador y Alberto Fernández, sellaron esta semana compromisos para trabajar juntos a fin de democratizar el acceso de las vacunas contra la Covid19 en países de América Latina, sobre todo en aquellos que no tienen la suficiente capacidad de negociación, ni recursos, en realidad estaban echan a andar la versión latina del modelo de diplomacia de las vacunas que comienza a permear en el mundo.
China y Rusia han entrado a una carrera de reposicionamiento geoestratégico con sus respectivas vacunas anticonvid en la mano.
Brindan apoyo a naciones afines ideológicamente, vecinos y aliados estratégicos, incluso sin haber pasado la prueba de confianza de las dosis entre su propia población.
La vacuna contra el coronavirus se ha colocado, entonces, como la principal herramienta política y de relaciones internacionales, no solo para avanzar en el combate a la pandemia, sino para generar nuevos contrapesos a las naciones tradicionalmente dominantes.
La moneda de cambio es la vacuna, el objetivo es crear una nueva geopolítica, que vaya más allá de tratados comerciales, fronteras comunes y, por supuesto, antagonismos ideológicos. De ese tamaño es la apuesta.
Para documentar este nuevo escenario, la diplomacia de las vacunas, veamos como las naciones ricas están creando sus propias reservas de antígeno, no solo para cubrir más rápidamente sus propias necesidades internas, sino para comenzar a negocias con ellas.
Hoy se tiene conocimiento de que Estados Unidos, por ejemplo, ha hecho acuerdos con las farmacéuticas para adquirir, y tener opciones adicionales de compra, por un total de mil 500 millones de vacunas, más de las que requiere para inocular a toda su población, según documentó recientemente The New York Times.
Reunido Unido, una de las naciones ricas de Europa, ha firmado contratos por 357 millones de dosis y para opciones de compra por 157 millones más, en total 514 millones de vacunas.
La Unión Europea no se ha quedado atrás y ya tiene asegurada la compra de mil 300 millones de dosis anti-Covid con las diversas firmas farmacéuticas, y ha generado acuerdos para poder comprar 660 millones de vacunas más.
Rusia se anotó un hit con la Sputnik V, que registra niveles de efectividad superior al 90 por ciento, como han validado las revistas científicas de mayor pesos en el mundo, entre ellos The Lancet, lo cual colocó a Vladimir Putin en el centro de las negociaciones mundiales, con preferencias hacia naciones geopolíticamente estratégicas.
Justo es en este punto donde convergen los intereses de Rusia y Putin con América Latina. Rusia ha comenzado conversaciones, hasta ahora no oficiales, para que México se convierta en país productor de la vacuna rusa, con claros objetivos de dominar el mercado latino y más, si es posible.
Esta semana, durante la conferencia de prensa matutina en Palacio Nacional, en la que estuvo presente el presidente Alberto Fernández, se hizo público que fue precisamente el argentino quien conectó al gobierno mexicano con los negociadores rusos, para que nuestro país tuviera acceso a la Spunick V.
De los mil 500 millones de dosis de vacunas anticovid19 que ha asegurado Estados Unidos, hasta ahora ni una sola de esas dosis se ha ofrecido a México, en cambio comenzaron a llegar las primeras 200 mil dosis rusas, lo que evidencia cómo la diplomacia de las vacunas está moldeando nuevos paradigmas geoestratégicos.
Lo que está en juego, sin embargo, no solo es una posible nueva reconfiguración de alianzas entre naciones, sino algo más profundo y peligroso, la producción, administración y control de la vacuna como nueva arma de negociación política entre naciones.
Marcelo Ebrard dibujó en la mañanera el tamaño del tablero del juego político: 10 países concentran el 80 por ciento de las vacunas producidas, y el 70 por ciento restante, donde está México, solo tiene acceso al 20 por ciento de las vacunas. Hay 100 naciones que no han recibido una sola y muchos de esas naciones verán las dosis suficientes quizá hasta el 2024.
Si tenemos duda de esta nueva forma de diplomacia, la diplomacia de las vacunas, solo hay que preguntar cuál es la razón de la petición que hizo México ante las Naciones Unidas para garantizar a los países pobres acceso democrático a la vacuna.
China lleva la delantera, sin duda, porque ha extendido su influencia en América Latina, Asia y Medio Oriente, a través de su antígeno, que son bien vistos sobre todo en las naciones que se han quedado fuera de la órbita de Estados Unidos, Reino Unidos y la Unión Europea.