Ernesto Madrid
La elevada inflación, la inestabilidad financiera y la interrupción de la cadena de suministro mundial, exacerbadas por el conflicto entre Rusia y Ucrania, que han tenido como consecuencia que la cantidad de horas de trabajo en 2022 se vea afectada y en México se detenga la recuperación de empleos con un déficit de cerca de 2 millones perdido durante la pandemia, pone en entredicho las políticas públicas de la presente administración.
En este contexto se inserta la informalidad que es necesario revertir y que en paralelo circula con la erosión en el ingreso y el poder adquisitivo de las familias, que se encuentra en una situación compleja y en caída, con salarios que castigan, principalmente el bolsillo de la sociedad, porque se pierde el poder adquisitivo, el dinero no rinde, hay carestía y esto sin duda, está asociado al crecimiento económico del país.
En México, la meta de creación de 100 mil empleos formales mensuales aún está lejos de alcanzarse; de enero a mayo apenas se han creado 388 mil. No sólo eso, la participación laboral se ubica todavía por debajo de los niveles previos a la pandemia y, además, la recuperación ha sido desigual entre sectores económicos y regiones de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI al primer trimestre del 2022.
Lo anterior impacta al igual entre la población joven y la de la tercera edad, que prácticamente se encuentran sin alternativas de trabajo o simplemente decaen porque piensan que no hay oportunidades.
Tanto el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) como la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) advierten que existen 2.4 millones de personas en busca de trabajo en el país y los números no mienten.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) arrojan que, en el trimestre enero-marzo de 2022 y con cifras ajustadas por estacionalidad, el Índice Global de Productividad Laboral de la Economía (IGPLE) con base en horas trabajadas descendió 0.5 % a tasa trimestral.
Por grupos de actividad económica, la Productividad Laboral en las actividades primarias y terciarias disminuyó 0.8 % en cada una y en las actividades secundarias, 0.4 % del cuarto trimestre de 2021 al primero de 2022.
Esto implica que por sector de actividad y con series desestacionalizadas, la Productividad Laboral, con base en las horas trabajadas en las empresas constructoras retrocedió 0.6 por ciento y el Costo Unitario de la Mano de Obra por hora trabajada en los establecimientos manufactureros retrocedió 1.4 % mientras que, con base en el personal ocupado total, el Costo Unitario de la Mano de Obra en las empresas del comercio al por menor se redujo 1.2 %.
Y si le rascamos a las cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, Nueva Edición (ENOEN), la Población No Económicamente Activa (PNEA) o dicho de otra, la informalidad fue de 39.5 millones de personas, 345 mil personas menos que en abril de 2021 pero a su interior encontramos que la PNEA asciende a 65 mil mexicanas y mexicanos que solo encontraron como alternativa el ambulantaje.
Por otra parte, la Población No Económicamente Activa (PNEA) fue de 39.5 millones de personas, 345 mil personas menos que en abril de 2021 que representa que la población desocupada fue de 1.8 millones de personas, las personas subocupadas, es decir, las que declararon tener necesidad y disponibilidad para trabajar más horas, fueron 5.2 millones (9% de la población ocupada).
Por supuesto, la solución al desempleo en América Latina y México en particular no puede pasar por la migración masiva a Estados Unidos, ni esta sociedad está dispuesta a recibirla. La falta de trabajo es una realidad con la que nos topamos cada día y que se traduce en una economía más vulnerable, en un desarrollo más lento, y en países que no ofrecen las condiciones para vivir con dignidad y mejores oportunidades.
Los mercados laborales del mundo se están recuperando de la crisis más lentamente de lo esperado. Se prevé que el desempleo mundial se sitúe en 207 millones de personas en 2022. Esto es 21 millones más que en 2019 de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Ahora bien, en lo que respecta a la brecha laboral en nuestro país al primer trimestre de 2022, este indicador refleja que no estamos aprovechando el 22.3% del trabajo disponible que pueden ofrecer a las y los mexicanos. Este porcentaje equivale a 14.6 millones personas. Si bien hay una mejora con respecto al último año, aún hay 2.4 millones de personas más en esta condición de las que había previo a la pandemia.
Sin olvidar por supuesto el poder adquisitivo de los salarios en la formalidad, el dato más reciente muestra que, al primer trimestre de 2022, el 54 por ciento de las personas que trabajan en la formalidad reciben un ingreso mayor o igual a la línea de bienestar familiar, lo que significó una caída de 0.8 puntos porcentuales en el último año. Esto se puede explicar por el contexto de presiones inflacionarias que experimentamos. Además, este indicador todavía se encuentra un punto porcentual por debajo de los niveles previos a la pandemia (el primer trimestre de 2020 se ubicaba en 55 %).
Sin duda con todo esto, podemos observar que el mercado laboral mexicano aún enfrenta rezagos en comparación con lo que se tenía previo a la pandemia. Además, existen retos importantes que superar como los estructurales, la informalidad, la brecha de género, y la baja productividad que limitan las posibilidades de crecimiento y desarrollo.