De anfitrión a invitado – Almanaque – Opinión

El país que ha sido tres veces anfitrión del Mundial parece caminar sin ritmo, sin mensaje claro, sin un plan que encienda el ánimo y la pasión  nacional más allá de los boletines de prensa

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Faltan menos de 330 días para que inicie la Copa Mundial de la FIFA 2026 y el ambiente que debería respirarse con júbilo y emoción, máxime en un país anfitrión, ese ambiente que no se percibe en las calles y que poco se ha reforzado y del que ya hablé anteriormente, está cubierto por una densa y tensa niebla, que incluso comienza a ser incómoda.

En lugar de construir puentes entre naciones y crear vínculos sólidos entre las personas, parecería que esta edición se convertirá en el escenario perfecto para levantar barreras, reconfigurar intereses políticos y, por qué no decirlo, disputar no solo partidos… sino protagonismos.

La administración actual de Estados Unidos ha añadido circunstancias que no se contemplaban aún en panoramas adversos y que cambian por completo el pronóstico en materia de turismo y movilidad de un evento tan relevante.

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El mismo país que presume recibir decenas de millones de visitantes cada año hoy se replantea el tipo de migración que está dispuesto a tolerar. La reciente propuesta del gobierno estadounidense para cobrar nuevas tarifas a quienes soliciten visa en medio del calendario mundialista no solo es una estrategia económica, sino una jugada geopolítica y, por si fuera poco, se confirmó la restricción de entrada a Estados Unidos a ciudadanos de 12 países, incluido Irán, país ya clasificado al mundial del 2026.

En días recientes, el propio presidente Trump apareció entre los festejos del Chelsea, en el Mundial de Clubes. No lo hizo como un espectador más, sino como si buscará reafirmar simbólicamente una narrativa: este torneo, organizado en mi país, tiene dueño… y vive en Washington.

No fue solo la foto. Según versiones de medios, el mandatario habría querido quedarse con el trofeo original, como si el fútbol fuera otra pieza más en su vitrina de poder. ¿Es esto una anécdota trivial o el reflejo de una ambición más profunda por apropiarse del espectáculo más grande del planeta?

Lo que es cierto es que en un video captado previo a la entrega de dicho trofeo, se puede observar al mandatario guardar una de las medallas que deberían ser para los campeones, esto frente a la mirada complaciente del presidente de la FIFA, Gianni Infantino.

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En contraste, en México el silencio pesa más que cualquier declaración oficial. A pesar de ser uno de los países sede, no hay campañas masivas, ni activaciones empresariales, ni estrategia de comunicación visible que haga sentir la llegada del evento más importante del fútbol, insisto, hace un par de semanas que hablé de esto.

En este tenor, durante esta semana incluso surgió un rumor que encendió las alarmas: Canadá estaría buscando quedarse con el partido inaugural, el que originalmente se jugaría en el renovado Estadio Azteca o Estadio Banorte por fines de patrocinio, uno de los inmuebles más emblemáticos en la historia de los Mundiales.

La respuesta, aunque sospechosa, por las voces que contestaron a estos rumores, no tardó. La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, @ClaraBrugadaM  salió al paso para asegurar que el “Mundial está asegurado en la Ciudad de México” y que las especulaciones solo generan incertidumbre.

Pero la situación escaló tanto que fue la propia presidenta de México, Claudia Sheinbaum, quien intervino públicamente para descartar cualquier cambio de sede. Por último y para recalcar la respuesta, @GabyCuevas, representante de México ante FIFA para la organización del mundial, reiteró en entrevista para El Heraldo Radio, que el calendario aprobado por la FIFA no ha sufrido cambio alguno ni se ha notificado la intención de hacerlo. Aun así, el hecho de que se haya tenido que abordar desde tan alto nivel deja ver lo endeble que es hoy el control del relato por parte del país anfitrión.

Y es que en esta triada, mientras en México diversos acontecimientos en materia de seguridad, incrementan los nervios de la población local y extranjera, y  mientras Canadá consolida su postura institucional, y Estados Unidos acapara la conversación desde la figura presidencial, se mantiene un limbo organizacional que para nada cumple con las expectativas del “mundial más grande de la historia” que por primera vez tendrá 104 partidos y 48 selecciones.

El país que ha sido tres veces anfitrión del Mundial parece caminar sin ritmo, sin mensaje claro, sin un plan que encienda el ánimo y la pasión  nacional más allá de los boletines de prensa.

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Desde una mirada estratégica, lo que hoy está en juego no es solo el calendario ni el trofeo: es el liderazgo regional, la proyección de marca-país, la confianza en la gestión pública y la capacidad de conectar emocionalmente con millones de personas.

Si no se comunica bien, si no se construye una narrativa desde ya, el Mundial pasará por México, pero México no pasará por el Mundial.

Falta menos de un año. Hay tiempo, pero no sobra. Que no nos gane el ruido de los otros. Que no nos ensordezca el silencio interno.

¿Y tú? ¿Cómo vives este camino al Mundial?

Te leo.

Por: Diego “ALMANAQUE” SAGO’

sago.almanaque@gmail.com

X (twitter):  @ALMANAQUE_SAGO

Tiktok / Instagram: @almanaque.sago

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