Oscar Sánchez Márquez
El mundo está ahora en el mayor pico de la cuarta ola de la pandemia de Covid-19, en medio de una incesante incertidumbre, sin que se haya aprendido lo mínimo necesario todo este tipo. Es difícil decirlo y peor aún comprobarlo, pero no hemos aprendido la lección, ni como bloques geopolíticos, ni como naciones, gobiernos o ciudadanos.
La cuarta ola de Covid-19 que se propaga por todo el mundo a una velocidad impresionante, con su cepa Ómicron, revela en toda su magnitud en qué nivel hemos ubicado la solidaridad, la responsabilidad, el compromiso y la igualdad como seres humanos.
De acuerdo con datos que aportó hace apenas unos días el secretario general de la Organización de las Naciones Unidades, el portugués Antonio Guterres, la diferencia en los niveles de vacunación entre los países ricos y las naciones más pobres es de siete veces.
En blanco y negro esto quiere decir que mientras en naciones africanas, por ejemplo 3 de cada diez personas han recibido una vacuna contra el coronavirus, en naciones ricas de Europa y América, siete de cada diez han recibido algún tipo de inoculación.
Covid-19: Lecciones no aprendidas – Opinión
Y dio a conocer otro dato igual o peor de dramático. Señaló que la Organización Mundial de la Salud (OMS) asumió como compromiso vacunar al 40 por ciento de las personas en todos los países para finales del año pasado y al 70 por ciento para mediados de este año, pero la realidad es muy distinta.
“No estamos ni cerca de estos objetivos. Las tasas de vacunación en los países de altos ingresos son, vergonzosamente, siete veces más altas que en los países africanos”, expresó.
¿Qué es lo que ha pasado durante el 2020,2021 y en lo que va del 2022 en términos de atención, control y gestión de la pandemia?
Lo principal es que fueron creados bloques geopolíticos con muy claros intereses económicos. Por ejemplo, las principales farmacéuticas inglesas fueron presionados para distribuir sus vacunas primero a la población local, asegurar inventarios para acciones de corto y mediano plazo y hasta el final poder vender los antivirales hacia otras regiones. En América, las principales firmas fabricantes de las vacunas anticovid hicieron producciones a gran escala, pero para asegurar segunda, tercera y cuarta dosis de vacunas, en caso necesario.
Ha ocurrido algo todavía más perverso. En América, como en Europa o Asia, las políticas de vacunación responden, sobre todo, a intereses económicas. Ninguna región del mundo, ningún país quiere volver a frenar sus respectivas actividades económicas para evitar nuevos periodos de paro económico, con sus implicaciones en desempleo y tasas bajas de desarrollo económico, pero ello está asociado a hacer trabajar a la gente, enferma o no.
De acuerdo con la página de estadísticas “Statistas”, al mes de enero de este año, el nivel promedio de vacunación por regiones en el mundo estaba de la siguiente manera:
América del Norte 76 por ciento; Latinoamérica 73 por ciento; la región Asia-Pacífico 73 por ciento; Europa 67 por ciento; Oriente Medio 52 por ciento y África 14 por ciento.
Cinco fabricantes han ingresado 23.103 millones de euros en el primer semestre del 2021 gracias a sus productos de inmunización contra el Sars-Cov-2, según se recoge en las cuentas presentadas por las empresas.
Pfizer, BioNTech, Moderna, Johnson & Johnson (a través de su filial farma Janssen) y AstraZeneca, las cinco empresas cotizadas occidentales sobre las que recae el mayor peso de distribución en el mundo
El mensaje de Antonio Guterres es oportuno, Necesitamos unirnos, en todos los países y en todos los sectores, para apoyar a aquellos países que necesitan más ayuda”,
Es necesario solidarizarse con los países en desarrollo compartiendo licencias, conocimientos y tecnología, así como brindar apoyo financiero o priorizar el suministro de vacunas, por el bien de la humanidad.