Agencias.- Cerca de 200 países aprobaron este domingo en la COP29 de Bakú que los países ricos aporten 300 mil millones de dólares anuales a las naciones en desarrollo para que hagan frente al cambio climático, un objetivo que estas últimas consideraron insuficiente.
Según el proyecto de acuerdo final, los países ricos se comprometen a aportar «al menos» 300 mil millones de dólares anuales hasta 2035 para que las naciones empobrecidas enfrenten las consecuencias del calentamiento global.
El secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó que esperaba «un resultado más ambicioso» y llamó «a los gobiernos para que vean este acuerdo como una base… y construyan sobre ella».
Este objetivo no es lo que esperábamos conseguir. Después de años de discusiones, no es ambicioso para nosotros», dijo Evans Njewa, diplomático de Malaui y jefe del bloque de Países Menos Desarrollados.
La contribución acordada «es un insulto a la demanda de los países en desarrollo», sostuvo Diego Pacheco, negociador jefe de Bolivia. «El pago de la deuda climática es un derecho de los países del Sur global», defendió, despertando una gran ovación en la sala donde se celebraba la sesión plenaria.
Las naciones en desarrollo calculan que, con la inflación, el esfuerzo financiero real de los países que aportan esa ayuda (los europeos, Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia, Nueva Zelanda) sería mucho menor, más aún con los esfuerzos ya previstos por los bancos multilaterales de desarrollo.
Ningún país consiguió todo lo que quería, y nos vamos de Bakú con una montaña de trabajo aún por hacer. Así que no es el momento de dar vueltas de honor», afirmó el jefe del organismo de la ONU para el Clima, Simon Stiell, en un comunicado.
En cambio, la Unión Europea celebró el pacto alcanzado.
La COP29 será recordada como el inicio de una nueva era para las finanzas climáticas», dijo su comisario para el Clima, Wopke Hoekstra.
El acuerdo fija separadamente el ambicioso objetivo de obtener un total de 1.3 billones de dólares al año para 2035, destinados a los países en desarrollo, en el que se contaría la contribución de los países ricos y de otras fuentes de financiación, como fondos privados o nuevas tasas.