Ernesto Madrid
El dinamismo que ha venido mostrando la economía nacional a lo largo del año y a pesar del complejo panorama internacional el Banco de México (Banxico) pronostico un avance del 3% al concluir el presente año e incluso para 2023 con un repunte del 1.8%, augurio que considero el presidente el pasado lunes.
“La revisión para 2022 responde, principalmente, al dinamismo que ha venido mostrando la economía nacional a lo largo del año y que se manifestó en un crecimiento al tercer trimestre anticipado. El mayor nivel de actividad económica ahora previsto para el segundo semestre de 2022 deriva, a su vez, en una mayor base para el crecimiento de 2023″, destaca su Informe Trimestral de julio-septiembre.
En el contexto, una evaluación presentada el pasado 23 de noviembre y enviada a la clientela de UBS, uno de los bancos suizos más importantes destaca que “el historial de México de prudencia en la gestión macroeconómica, la solidez de sus finanzas exteriores, su posición fiscal decente, la credibilidad de su banco central y la buena capitalización de su sistema bancario hacen del país un auténtico remanso de estabilidad en tiempos turbulentos”.
El reporte bajo el título “Un remanso de estabilidad en tiempos turbulentos. Invirtiendo en México”, señala que no se trata de inversiones en plantas productivas, sino de inversiones financieras, lo cual resulta una posición interesante para leer el reporte de Banxico.
En esta lectura se incrusta la nueva expectativa para el 2023, la nueva que apuntala un crecimiento 1% y 2.6% y un pronóstico presentado por primera vez para 2024 de entre 1.1% y 3.1%, con una estimación central de 2.1%.
No obstante, en el escenario existen algunos riesgos que podrían limitar, impedir o condicionar el desempeño de la economía mexicana.
Uno de ellos y quizás el más delicado es la posibilidad de que las controversias entabladas por los socios de México en el marco del T-MEC provoquen un menor flujo de inversión que se derive en una demanda externa en detrimento de la actividad económica, en el entendido de que la nación vecina experimente una recesión profunda y duradera.
Tampoco hay que perder de vista, los ‘cuellos de botella’ derivados de las cadenas de suministro o afectaciones al comercio más intensas o prolongadas en los costos de las materias primas y de producción para nuestro país. Están a su vez, los episodios de volatilidad en los mercados financieros internacionales que afecte en el flujo de financiamiento para economías emergentes, como el caso de México.
Además, una mayor interrupción súbita en el mercado de los energéticos, en particular Europa lo que podría derivar en una menor demanda externa para nuestro país. O bien, una recuperación del gasto en inversión para nuestra nación que sea menor a lo esperado o insuficiente para sostener la reactivación económica, son puntos en los que se habrá de centrar la atención en los siguientes meses.