En el semáforo ubicado en el cruce peatonal de Avenida 20 de Noviembre, esquina con Plaza de la Constitución, cerca de cien personas esperan ansiosas a que éste cambie a rojo para los automovilistas. Su prisa no es cruzar la calle, sino lo que sucede cada vez que se indica el alto: bailarinas en puntas y tutús salen a escena ejecutando fragmentos de clásicos del ballet como Don Quijote, El lago de los cisnes, Cascanueces y Espartaco, en 50 segundos, tiempo que tarda cada cambio de semáforo.
Se enteraron de la función por la televisión o en redes sociales, y aunque el evento iniciaba a las 12:00 horas, hubo quienes llegaron una hora antes para estar en primera fila, en el cruce peatonal que se usó como escenario. Había mucha expectativa, por eso hubo quien llevó un banco o escalera portátil para ver este espectáculo que estuvo lleno de adrenalina, ya que al término de cada número la gente tenía que volver a replegarse a la orilla de la avenida para dar paso a los autos, las motos y las bicicletas.
Los primeros números que interpretaron las bailarinas de la compañía de danza Ardentía, fueron Seguidillas y las variaciones de Kitri, del ballet Don Quijote.
- El dato: T bailaron en el parque La Bombilla, y las avenidas Tláhuac y Tezozomoc.
Para las bailarinas fue todo un reto. En una casa de campaña y una carpa que colocaron sobre la banqueta, corrían a cambiarse de vestuario, de tocado y accesorios, ya sea una sombrilla o un abanico. Incluso si era necesario, limpiaban con un trapo húmedo sus puntas o se tomaban tiempo de tomar un poco de agua.
“Es un reto muy grande para los bailarines porque en el escenario tienes todo resuelto, está todo como debe estar; aquí estamos ‘toreando’, es una excitación total porque aparte de bailar y estar atento a la música, tienes que estar pendiente por si hay un bache, si se pasan el alto los motociclistas, nos ha pasado, tienes que estar muy alerta”, comentó a La Razón, Reyna Pérez, directora de Ardentía, quien estuvo al pendiente de la función.
Uno de los números más aplaudidos, fue el que prepararon exclusivamente para presentarlo en la calle: una escena de Lago de los cisnes con el príncipe Sigfrido, Odile (cisne negro) y Odette (cisne blanco).
“Creo que generamos curiosidad a la gente por nuestro arte; ahora los teatros están con muy poco público y creo que esta actividad va a hacer que se interesen por la agenda cultural que hay en la ciudad”, comentó entusiasta la bailarina Manuela Ospina, mientras se tomaba un respiro antes de interpretar la danza del Hada de Azúcar, del ballet Cascanueces.
El éxito de estas intervenciones en la calle, ha sido tanto que esperan poder replicarlas en la interior de la República y en el extranjero.