Aranceles a Asia: el costo que México no calculó

• Empresas, analistas y gobiernos asiáticos advierten que el nuevo esquema arancelario mexicano detonará incertidumbre, encarecerá cadenas productivas y tensará la relación con China justo antes de la revisión del T-MEC.

Ernesto Madrid

La aprobación del nuevo esquema arancelario para productos asiáticos ha encendido advertencias entre empresas, analistas y gobiernos extranjeros. Aunque la presidenta Claudia Sheinbaum insiste en que la medida “no está dirigida a China”, sus efectos ya se sienten en las cadenas productivas y en la diplomacia mexicana.
Brenda Ángeles, gerente jurídico de CASADUANA, señala que el aumento de aranceles se traducirá directamente en mayores costos para el consumidor. Añade que la decisión sorprendió a las empresas con los presupuestos de 2026 prácticamente cerrados, generando incertidumbre operativa y afectando decisiones de inversión. México, advierte, está replicando la estrategia estadounidense al imponer aranceles a países sin tratado comercial.

La reacción internacional fue inmediata. Corea del Sur pidió quedar exento del esquema, mientras que China acusó al Gobierno mexicano de adoptar una postura unilateral y proteccionista. Pekín advirtió que los aranceles —que podrían alcanzar 50% en más de mil 400 productos— dañarán de forma considerable los intereses comerciales bilaterales y pidió actuar con prudencia.

Desde Palacio Nacional, la narrativa es otra. La presidenta Sheinbaum sostiene que la reforma forma parte de un diseño estratégico interno, no de un alineamiento con Washington. “No es a China… es a los países con los que no tenemos tratado comercial”, dijo, añadiendo que el objetivo es producir más en México bajo el denominado “Plan México”.

Aranceles a Asia: el costo que México no calculó

Marcelo Ebrard, secretario de Economía, reforzó el mensaje al señalar que países como China están colocando mercancías a precios “muy bajos”, incluso por debajo del costo del inventario, lo que podría erosionar la competitividad de la industria nacional. El foco, añadió, se encuentra en bienes terminados como vehículos, dada su relevancia para el empleo manufacturero. Más de 1.3 millones de empleos dependen del sector automotriz.

“Vamos a dialogar… No son medidas políticas, son económicas y comerciales”, matizó Ebrard, consciente de la tensión diplomática que la decisión ha provocado.

Para Jorge Molina Larrondo, consultor en comercio internacional, el incremento arancelario “es una mala idea” que encarecerá insumos —que representan 77% de las importaciones mexicanas— y frenará la producción. Además, México es especialmente vulnerable: 20% de sus importaciones provienen de China, el doble que Estados Unidos.

Si bien la iniciativa del Ejecutivo proponía un muro arancelario de hasta 50% para una amplia gama de productos asiáticos, la Cámara de Diputados aplicó lo que algunos describen como “cirugía fina”. Se redujeron tarifas en dos terceras partes de las fracciones, se sustituyeron más de 100 fracciones sensibles para exportadores y se eliminó la facultad presidencial de modificar unilateralmente los aranceles en el futuro. El resultado es un esquema permanente y con mayor control legislativo.

Detrás de esta arquitectura se asoma un objetivo geopolítico: México necesita llegar fortalecido a la revisión del T-MEC en 2026. Con Washington acusando a China de triangular mercancías a través del territorio mexicano, el nuevo esquema arancelario funciona como una herramienta para demostrar voluntad y capacidad de depurar cadenas de valor.

México envía así un mensaje dual: protege sectores estratégicos ante la entrada masiva de productos asiáticos y, al mismo tiempo, se alinea con las preocupaciones estadounidenses sin admitirlo abiertamente.

La pregunta central —¿quién pagará el aumento de los aranceles? — tiene una respuesta clara, aunque incómoda: todos. Consumidores, fabricantes, exportadores y, eventualmente, la diplomacia mexicana. El país intenta equilibrar sus compromisos con Estados Unidos, su dependencia de China y la necesidad interna de fortalecer su industria.

El verdadero costo no solo será económico, sino político, en un año clave para la renegociación comercial más importante del hemisferio.

@JErnestoMadrid
jeemadrid@gmail.com

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